Observa, Descansa, RepiteMuestra

Dondequiera que miremos hay un recordatorio de que Dios ha entretejido ciclos a lo largo de Su creación, incluso en nuestras propias vidas.

Es tan evidente en la naturaleza, ya que la primavera da paso al verano, luego al otoño, al invierno y de nuevo a la primavera. Las olas del océano empujan hacia arriba en la playa solo para retroceder en la distancia.

El pasaje de hoy nos da un vistazo de alguien que experimenta el valle entre dos olas, no solo en sus circunstancias físicas sino también en su percepción de su relación con Dios.

En la angustia de sentirse distante de Dios, se vuelve a Dios y clama su anhelo por la presencia de Dios.

Incluso cuando expresa sus sentimientos de desánimo y tristeza, rechazo y pena, deliberadamente se recuerda a sí mismo no solo las alegrías y celebraciones del pasado sino también el amor inagotable de Dios.

En medio de su dolor por las acusaciones de sus enemigos, él proclama su confianza en el amor de Dios.

Eclesiastés 3 nos recuerda que hay un tiempo para todo, y hay un tiempo para cada actividad bajo el cielo.

Un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar.

Tiempo de llorar y tiempo de reír.

Un tiempo para afligirse y un tiempo para bailar.

Estos tiempos no están asignados a diferentes personas.

Dios no ha designado a un grupo exclusivamente para plantar, llorar y afligirse más de lo que ha elegido a otros solo para cosechar, reír y bailar.

Cada uno de estos tiempos o estaciones son parte de la vida de cada persona.

Y cuando tu tiempo sea de aflicción, rechazo, tristeza o dolor, puedes beneficiarte de las lecciones del salmista.

Clama tu anhelo por Dios.
Lamenta la profundidad de tu dolor o pena.

Cuéntate a ti mismo recuerdos de momentos de alegría y celebración.

Anímate con palabras y cánticos de alabanza, y adoración a Dios.

Háblate a ti mismo palabras de esperanza para el futuro y confía en el Dios que estuvo contigo ayer, está hoy, y lo estará mañana sin importar en qué estación te encuentres.

Lo que se mantiene innegable en los ciclos continuos de cambio de la vida es la presencia de Dios y Su amor inagotable por ti.

Responde estas preguntas:

¿Los momentos de dolor suelen acercarte o alejarte de Dios? ¿Lo que leíste cambió o modificó la forma en que responderás en el futuro? ¿Por qué sí o por qué no?

¿Qué valor, si hay alguno, has visto en los momentos en que te has afligido o sufrido?

¿Cómo han influido esos tiempos en tus relaciones con los amigos, la familia y Dios?