Abuso espiritual, el infiltrado, sé libreMuestra

Conductas de abuso espiritual

Como lo he mencionado en otro apartado de este Plan, lamentablemente el flagelo del abuso espiritual no debería presentarse en la iglesia de Cristo. Sin embargo, es una triste realidad de la que tenemos que estar informados para evitar caer presos y cautivos por falta de conocimiento y discernimiento.

Veamos algunas conductas de abuso espiritual que darán claridad de la realidad en la que muchos hijos de Dios están inmersos por temor, confusión y falta de conocimiento; por no ejercer la identidad de hijos que se les ha concedido por fe y, en general, por no tener sus ojos puestos en quien deben estar: en Jesucristo. Relaciono algunas conductas:

El uso de enseñanzas bíblicas respecto al diezmo y las ofrendas, descontextualizando y tergiversando el principio del dar conforme está escrito (2 Corintios 9:7), con fines de lucro personal, familiar e incluso aparentemente ministerial; dejando a un lado el propósito principal de las ofrendas, el de ayudar al huérfano, la viuda y demás hermanos necesitados. Por otra parte, es lógico que se contribuya para cooperar con las necesidades del lugar congregacional. Sin embargo, en ninguno de los dos casos, el ofrendar debe ser una carga o una imposición; sería ir en contra de lo que enseña la Escritura.

Motivar, exigir o imponer de manera muy sútil, obediencia, respeto y honra extralimitada hacia las personas que ejercen liderazgo solo por la posición que ocupan; las personas suelen responder a estas sutiles motivaciones, más por temor que por respeto.

Cuando no hay posibilidad alguna de expresar abiertamente y confiadamente lo que se siente y se percibe. Suele pasar que, si es algo con lo que no está de acuerdo el líder o los líderes, esto acarrea según ellos, rebeldía, enemistad, maldición e incluso influencias y ataques demoníacos. Una frase muy utilizada es: "No te metas con el ungido del Señor". Los líderes nunca se equivocan, siempre tienen la razón. Las personas temen confrontarlos o sugerirles algo; no tienen la suficiente confianza para ser genuinos porque siempre tendrán que asumir una actitud de complacencia ante quien los domina.

Los líderes se enojan, si no los mantienen informados de cada paso y de cada decisión que se toma. De hecho, en algunos casos, hasta deben pedirles permiso para poder actuar frente a determinada situación, sea personal, laboral o familiar. A veces incluso, hasta lo que Dios le dice a alguien que haga, debe ser confirmado por el líder para poder llevarlo a cabo, convirtiéndose el líder en el intermediario entre Dios y el hombre. Este es un juego perverso en el que muchos caen y el cual va generando una dependencia enfermiza, a tal punto de anular la capacidad de tomar decisiones, el discernimiento espiritual, el escuchar a Dios y la dependencia que solo debemos tener de Él.

Continuaremos con este tema en el cuarto día de este Plan.