RESPLANDECE en la iglesia

Con el pasar del tiempo, pueden haber dos estados de cómo se encuentra nuestra fe, dependiendo de cómo la hemos nutrido y si tomamos decisiones sabias para continuar resplandeciendo en todo lugar.

El primer estado, es el de secarnos, si no alimentamos nuestra fe y espíritu, poco a poco dejaremos de iluminar y seremos como un fogón que se apagó porque no se puso más leña para mantener la llama encendida. Es cierto, quedarán cenizas y estará tibio, pero ya no alumbrará. Muchos cristianos pasan por esta etapa, ya que la emoción en nuestras vidas de seguir a Jesús se vuelve rutinaria y olvidamos que es más que una rutina o hábito, es un estilo de vida continuo y progresivo para alcanzar la meta de ser más como nuestro Señor, Jesús.

El segundo estado, es el de avivarnos, cuando alimentamos el espíritu y nuestra fe comienza a avivarse, agigantarse y es porque nos hemos desafiado cada día a llenarnos con más de la presencia de Cristo, este es un cristianismo activo que está listo - tomando el ejemplo anterior - para colocar más y más leña todo el tiempo con tal que la llama no se apague sino que por el contrario crezca y se extienda mucho más. Esto ocasiona que si antes solo alumbraba cierto sector ahora es capaz de abarcar y dar luz a un espacio mucho más grande.

Dios desea que seamos cristianos en el segundo estado, donde no permitamos que la rutina, el desánimo, las ocupaciones, responsabilidades o quehaceres nos quiten la bendición que tenemos de llenar nuestro corazón y saturarlo con más de la presencia de Dios a nuestras vidas. El verdadero resplandor de un joven cristiano en la iglesia se pone en evidencia cuando su corazón está alineado a cumplir la voluntad de Dios y sus propósitos para nosotros en esta tierra.

Este es el tiempo para que cada joven, hombre y mujer, cristiano se levante como un resplandor en la casa de Dios que ha sido establecido. Para que su luz pueda alumbrar entre los hermanos en Cristo y desafíe a otros a vivir esa vida en comunión con Dios a tal profundidad que seamos inspirados a mantenernos de esa forma hasta que el Señor venga. Toma la oportunidad de enseñar la justicia a los más pequeños en la fe, no con el afán de mostrarte superior sino para entender que podemos alumbrarnos con la luz que primero nos llegó. Seamos como el resplandor del firmamento y dejemos que la sabiduría del Señor sea la que nos llene y no los conceptos de este mundo. No vivas un cristianismo de nombre, vive uno donde experimentes un cambio constante en tu vida. ¿Cómo está tu compromiso, servicio, comunión, entrega con la iglesia del Señor y los planes de Dios en tu vida?