Adoración en MateoMuestra

Proskuneo es la palabra griega que más veces se traduce como “adorar” en el Nuevo Testamento. Y después de Apocalipsis, Mateo es el segundo libro en el que más veces encontramos esta palabra que, por su etimología, hace referencia a un perro lamiendo o besando la mano de su amo. En la mayoría de sus usos en el N.T. vemos un reconocimiento público en respuesta al poder de Dios, acompañado de una expresión física de profunda reverencia hacia Él. Iremos avanzando en algunos pasajes de Mateo meditando en aspectos relacionados a la adoración.

Adoración al Rey Nacido

Mateo, más que los otros evangelistas, continuamente hace referencia al cumplimiento de las Escrituras en la vida y mensaje de Jesús, quien salvará a su pueblo de sus pecados. Por lo que llama la atención que la primera vez que aparece proskuneo (adorar) en el Evangelio, y en el Nuevo Testamento, es en boca de extranjeros.

Respondiendo a la revelación que han recibido, reyes y sabios extranjeros han viajado desde lejos con el único propósito de adorar al nacido Rey de los judíos. Algunos nacen siendo parte de la realeza. Pero sólo uno ha nacido Rey, sólo quien es Rey desde antes, Rey desde siempre. ¡Es Emanuel, Dios con nosotros, quien puede salvar del pecado! Sin duda, lo más lógico y sensato sería venir delante de Él, postrarse y adorarle voluntariamente.

Pero en el pasaje vemos que no en todos es así. Algunos son como Herodes, sorprendidos pero perturbados, aferrados a seguir en el trono, engañando y aparentando piedad con tal de no agachar la cabeza ante el verdadero Rey. Otros como los sacerdotes y escribas, con la información correcta, los datos precisos, la verdad en su intelecto, pero no en el corazón; listos para contestar, mas no para responder; cerca, pero muy lejos.

Y otros, de quienes no sabemos mucho, desbordantes de alegría, que estaban lejos pero ahora le pueden ver. Es un niño, pero es el Rey. Apenas y pueden contenerse, agachan la cabeza, doblan la rodilla, y le adoran.