Emocionante

“Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6).

Desde niña me ha encantado pasar por túneles. Cuando pasábamos, comenzaba a gritar, no por miedo, sino por emoción. He tenido la oportunidad de pasar túneles cortos y largos… siempre es igual, me llenan de emoción. Y cuando logro pasar y ver la luz al otro extremo siento una gran sensación de libertad.

Estos túneles terrenales me agradan, pero la realidad es que por muchos años estuve en un túnel espiritual que fue muy largo. Al encontrarme allí sentí que me ahogaba, me faltaba el aire, intentaba llegar a la salida y no podía. ¿Por qué? Porque lo hacía en mis propias fuerzas. Y en un momento dado, en vez de transitar ese túnel de una forma derecha, mirando hacia al frente, comencé a chocar con las paredes. ¡Qué mucho dolor trajo a mi vida! Y aun así quería seguir usando mis fuerzas. No fue hasta que un día volví a chocar con la pared, pero en esta ocasión casi no me podía mover, por lo fuerte que fue el golpe.

Entonces, moví la única parte de mi cuerpo que podía mover sin que me doliera, mis ojos, y miré hacia arriba. Miré al lugar donde siempre supe que estaba la solución, pero por mi testarudez no lo quería aceptar. Clamé, pedí perdón y me humillé, entonces sentí que mi cuerpo dejó de doler, comencé a moverme, continué mi recorrido por aquel túnel. De pronto vi la salida, vi Su luz, recibí libertad y una vida nueva. Hoy te invito a que si te encuentras en un túnel, alces tus ojos al cielo y clames al Señor.

Tal vez le sirves al Señor y las circunstancias de la vida te han querido encerrar en un túnel, pero declaro que es hasta hoy, en el nombre de Jesús. Comienza a caminar hacia la salida, hacia la luz, hacia tu libertad, hacia la solución de tus problemas, hacia tu nueva vida agarrado de la mano de Dios. Él te ama y quiere liberarte de tu túnel; quiere llevarte a una vida emocionante llena de Su presencia y esencia. Hazlo ahora y disfruta de lo que Dios tiene para ti. ¡Aleluya!