Cómo ser libres de la inseguridadMuestra
“¿Qué nos dice la inseguridad?”
Así que, cuando nos sentimos inseguros por algo que amenaza la percepción de nuestra identidad, esa sensación nos dice algo de nuestro “dios”. En ese sentido, la inseguridad se convierte en misericordia, aunque casi nunca se siente así. Se siente como ineptitud, fracaso o condenación. Nos pesa, nos hace sentir vulnerables y nos da incertidumbre.
Por este motivo, con frecuencia nuestra reacción ante esa clase de inseguridad es evitarla. Tratamos de evitar a las personas o situaciones que la despiertan, intentamos mitigarla buscando varias formas de afirmación personal por parte de los demás o buscamos la manera de huir a otras cosas, cosas que muchas veces son adictivas, que calman el temor respecto de nuestra identidad, que nos distraen o nos permiten fantasear para escapar al problema, temporalmente al menos. Incluso, podría ser todo lo último.
Huir de la inseguridad es buena idea pero, casi siempre que la evitamos, lo hacemos huyendo por el rumbo equivocado. O para decirlo de otra manera, esos rumbos casi siempre son medicinas para aliviar el dolor y no para curarlo. No hacen nada para enfrentar el miedo que guardamos respecto de nuestra identidad.
El Dios Creador del universo diseñó la inseguridad para que la examináramos y así pudiéramos escapar del peligro. Por eso, es una forma de misericordia. Esa clase de inseguridad es un calibrador de Dios en nuestras almas. Nos informa que algo está mal con lo que oímos que Dios u otro dios nos dice acerca de quiénes somos. Las creencias verdaderas son desafiadas y quizás refinadas; las falsas, por fin quedan expuestas.
Así que, cuando nos sentimos inseguros por algo que amenaza la percepción de nuestra identidad, esa sensación nos dice algo de nuestro “dios”. En ese sentido, la inseguridad se convierte en misericordia, aunque casi nunca se siente así. Se siente como ineptitud, fracaso o condenación. Nos pesa, nos hace sentir vulnerables y nos da incertidumbre.
Por este motivo, con frecuencia nuestra reacción ante esa clase de inseguridad es evitarla. Tratamos de evitar a las personas o situaciones que la despiertan, intentamos mitigarla buscando varias formas de afirmación personal por parte de los demás o buscamos la manera de huir a otras cosas, cosas que muchas veces son adictivas, que calman el temor respecto de nuestra identidad, que nos distraen o nos permiten fantasear para escapar al problema, temporalmente al menos. Incluso, podría ser todo lo último.
Huir de la inseguridad es buena idea pero, casi siempre que la evitamos, lo hacemos huyendo por el rumbo equivocado. O para decirlo de otra manera, esos rumbos casi siempre son medicinas para aliviar el dolor y no para curarlo. No hacen nada para enfrentar el miedo que guardamos respecto de nuestra identidad.
El Dios Creador del universo diseñó la inseguridad para que la examináramos y así pudiéramos escapar del peligro. Por eso, es una forma de misericordia. Esa clase de inseguridad es un calibrador de Dios en nuestras almas. Nos informa que algo está mal con lo que oímos que Dios u otro dios nos dice acerca de quiénes somos. Las creencias verdaderas son desafiadas y quizás refinadas; las falsas, por fin quedan expuestas.
Acerca de este Plan
Cuando las personas son inseguras se pueden expresar de maneras muy diferentes según su temperamento, valores y costumbres condicionadas, que con frecuencia están moldeados por experiencias del pasado. A una persona, la inseguridad la impulsa a evitar a toda costa llamar la atención; a otra, a exigir tanta atención como sea posible. Todos estamos familiarizados con la inseguridad, pero ¿qué nos hace sentir así y cómo nos liberamos de ella?
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Nos gustaría agradecer a Jon Bloom, redactor para desiringGod.org, en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.desiringGod.org y www.elcentronetwork.com