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Cartas Del Amado Para Ti. Edición: Mujer InquebrantableMuestra

Cartas Del Amado Para Ti. Edición: Mujer Inquebrantable

DÍA 1 DE 5

Te estoy dando fuerzas para que seas inquebrantable

Que tus ojos nunca dejen de mirarme aun cuando todo se torne triste, amargo, complejo o confuso, porque yo soy el que te sostiene, y no hay nada que temer.

Te haré inquebrantable, pero no en tus fuerzas, sino en las mías, las cargas de este mundo, no son nada ante mí, y las aflicciones de este mundo ya yo las vencí (Ezequiel 3:9).

Puedes ser tierna, amable, introvertida, extrovertida, tímida o audaz. Pero inquebrantable, ¿por qué? Porque no viene de tu temperamento, de tu personalidad, sino de lo que yo hago en tu interior.

Mirarás y te asombraras de la obra que estoy haciendo en tu vida, ya no llorarás por lo mismo de antes, ya no temerás más a las mismas sombras del pasado. Te pararás firme ante las fieras del temor, la incertidumbre y la ansiedad, y ellas no resistirán las fuerzas que pongo en ti, huirán ante ti, y más nunca les verás (Isaías 54:14).

Las fuerzas mías, están dentro de ti para ver resurrección en ese lugar de muerte, porque incluso la muerte está sujeta a resurrección. Cuando te falten las fuerzas, y ya no haya aliento en ti, entonces mi resurrección se manifestará en ti, y verás fuerzas mías, fuerzas de lo alto, aliento de vida (Romanos 8:11).

Ven y refúgiate en mis alas, en mi amor. Tienes algo que decir, tienes algo que manifestar, pero será en mi amor que eso se expresará.

Eres inquebrantable, porque no se puede destruir la obra que yo hago en ti. Yo empecé la obra y yo la terminaré (Filipenses 1:6).

Eres inquebrantable, porque tienes el poder de cambiar las lágrimas en valles de bendición (Salmo 84:6-7).

Eres inquebrantable, porque el proceso no es un lugar para morir, sino el camino hacia tu próxima victoria.

Eres inquebrantable, porque portas mi nombre, mi marca y mi amor, y contra eso no hay nadie que pueda destruir.

Te amo amada mía, pon tu frente en alto, porque tu mirada debe estar puesta solo en mí. Y que sea el enemigo quien baje su rostro, pues el que confía en mí no será avergonzado (Romanos 10:11).

Día 2