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Lleva un diario

Es importante anotar las impresiones que Dios te da en tu tiempo de oración. En parte, debes hacerlo porque podrá tener un mejor significado en el futuro que lo que significa ahora. Con frecuencia, Dios se dirige a tus verdaderas necesidades y no a las preguntas que te queman en la mente. Él mira más allá de tu deseo de entenderlo todo y se dirige a una necesidad que no necesariamente sabes que tienes. Las palabras que Él dirige a tu corazón empiezan a trabajar en tu mente. Al poco tiempo lograrás darte cuenta de sus planes y recibes consuelo.

Tu diario se convierte en un registro de tu viaje con Dios. Podrás acudir a él cuando te veas luchando con tu fe, o si llegas a olvidar lo que Dios ha hecho en tu vida.

Este es el orden que deberás seguir día a día:

1. MANIFIESTA TU GRATITUD A DIOS. Aproxímate a su presencia con acción de gracias. (Salmo 100:4) A pesar de que puedas estar viviendo momentos muy duros, ¿será que tienes motivos por los cuales darle gracias a Dios? ¿Tienes hijos? ¿Tienes salud? ¿Pasaste la noche bajo un techo sin mojarte? ¿Pudiste comer y dormir con el estómago lleno?

Piensa en cosas tan sencillas como estas y que, normalmente, damos por sentado, y dale las gracias a Dios. Escribe esta gratitud en tu diario.

Cuando la gratitud se va de nuestro corazón, inmediatamente comenzamos a exigir y demandar como si mereciéramos lo que los demás nos dan.

Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8 Biblia RVR 1960). Cuando no hay gratitud, no hay humildad; a cambio, el corazón se llena de demandas y orgullo. En esta condición, es imposible ver y escuchar a Dios.

2. CONFIESA TUS PECADOS Y PIDE PERDÓN. Pregúntale a Dios de dónde provino tu tentación de buscar refugio y hacer las cosas que no te convienen o las que no son agradables a sus ojos. Escribe en tu diario cada una de las actitudes, pensamientos, emociones que sentiste que te llevaron a buscar refugio lejos de Dios (buscar refugio lejos de Dios es idolatría, por tanto es pecado).

No escribas únicamente la actitud, sino que, describe la situación en la que cometiste el pecado o te sentiste tentado; pueden ser frases breves que te ayuden a recordar cuando vuelvas a leer tu diario. Pide perdón al Señor por tus pecados.

3. HAZ PREGUNTAS AL SEÑOR, en referencia a tus pecados. Algunas de estas preguntas pudieran ser: ¿Me perdonas? ¿Me limpias? ¿Qué me quieres mostrar con respecto a este pecado? ¿De dónde viene este pecado, cuál es su raíz? ¿Qué quieres que haga con este pecado?

4. ESCUCHA su respuesta. Muchas personas piden y piden, pero nunca esperan Su respuesta. Ese es el momento de hacer silencio y Él grabará Su respuesta en tu corazón. Él te ha dado “oídos para oír” (Mateo 11:15). Su voz, según la Palabra de Dios, no es fuerte y tempestuosa; es apacible y delicada (1 Reyes 19: 11-12).

5. ESCRIBE SU RESPUESTA Y OBEDECE. De nada te servirá escuchar Sus verdades si no las escribes y se te olvidan; de nada servirá si no obedeces.

- Por ejemplo, si el Señor te dice que perdones y decides no hacerlo, ¿de qué te servirá, entonces, escuchar Su voz?

- Si el Señor te dice que no hagas nada en determinada situación y sigues intentando resolverla utilizando tus herramientas humanas, ¿De qué te sirve escuchar Su voz?

- Si el Señor te muestra que te equivocaste en el último conflicto que tuviste con tu pareja y te dice que vayas y le pidas perdón, pero no lo haces porque tu orgullo te lo impide, ¿de qué te sirve escuchar Su voz?

- Si el Señor te dice que abandones cierto camino que estás caminando y no obedeces, ¿de qué te sirve escuchar Su voz?

Muchas personas dicen que Dios no habla cuando en realidad es una excusa para no tener que escuchar lo que no quieren escuchar. Muchas veces, el Señor nos dirá que hagamos o dejemos de hacer precisamente aquello que no queremos dejar de hacer.