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Cada día cuenta

DÍA 3 DE 3

La obediencia es producto del amor

Un intérprete de la ley preguntó a Jesús cuál de los mandamientos era el mayor. Él podía haber elegido cualquiera de las muchas leyes del Antiguo Testamento. En cambio, Él resumió todos los mandamientos en estos dos:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).

Quiero que te centres en la última frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Tú te amas lo suficiente para no hacerte daño, ¿verdad?

Amar a tu pareja no es solo prepararle unos tacos mexicanos o llevarle el desayuno a la cama. El amor incluye obediencia: decir la verdad, ser fiel, perdonar antes de que llegue la noche, no dejarse llevar por la ira, hacer lo correcto cuando tu pareja no te observa.

Siempre que te veas luchando en tu corazón por cumplir o no cumplir lo que Dios manda, quiero que percibas la obediencia de una manera diferente.

Piensa por un momento en lo que acarrea una infidelidad: uno de los dos se tiene que ir de casa, tendrán que compartir sus hijos cada fin de semana, habrá pleitos por temas económicos, pérdida de la dignidad y un dolor que se prolongará por meses o años.

El pecado es caro. Increíblemente caro. Pero el precio no se paga en efectivo, se paga con dolor mental, emocional y espiritual.

Todo lo que la Biblia etiqueta como pecado es algo de lo que Dios está tratando de protegernos.

Por eso amar a Dios y amar a tu pareja es tan importante. Porque la obediencia es producto del amor. Yo no quiero romper el corazón de quien amo.

Cuando te veas luchando en tus fuerzas para amar, recuerda que Dios nos dio su Espíritu. Él renueva nuestros pensamientos y actitudes. Su presencia en tu vida manifiesta los frutos. ¿Cómo no tener éxito en tu matrimonio si dentro de ti está el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la gentileza, la bondad, la fidelidad, la humildad y el control propio?

Deseo que tengas un matrimonio donde ambos sean la morada del Espíritu Santo, donde se honren, donde solo se escuche la palabra “esconder” cuando jueguen a las escondidas con los hijos, donde haya transparencia y elijan lo correcto por encima de lo placentero.
Un matrimonio que sea inspiración para las generaciones que vendrán.

¿Tú crees que puedes ser buen esposo o una buena esposa por un día?

Gracias por acompañarme estos tres días. Además de leer la Biblia, haz de la lectura de los devocionales de YouVersion un hábito diario.

¡Vamos por un gran matrimonio!

Carolina Araque, creadora de @amor.pinguino

Día 2