¡Sí, TENGO UNA FAMILIA!Muestra
HIJOS DE DIOS.
A los 9 años fui abandonada por mi padre en una plaza pública, y a los 18 años estaba completamente sola en la vida. Siendo una adolescente solitaria desarrollé mucha depresión como quizás tú también la has sentido a causa del abandono. Un día mientras buscaba un lugar donde vivir en una ciudad capital un tanto clasista, llamé a un anuncio de prensa que arrendaba un pequeño lugar. La dueña, al hacerme las preguntas de rigor para saber si sería una buena inquilina me dijo: ¿A qué familia perteneces? ¿Qué hace tu familia y cuál es tu apellido? Guardé silencio porque evidentemente no tenia forma de contestar algo que me ayudara a satisfacer el deseo de la distinguida propietaria, por lo cual ella agregó: “En este edificio solo viven niñas de buena familia que estudian medicina”. Al salir del lugar sollozando me dije: “Habría respondido: Mi Padre es un constructor reconocido, Él creó los cielos y la tierra, y mi Hermano mayor es el Salvador del Mundo”.
El sentimiento de desamparo está presente en nuestro corazón cuando hemos sido desatendidos en nuestras necesidades básicas en la infancia causando muchas lágrimas e incluso tristeza.
Dios ha enviado a Jesús para que seamos también sus hijos como lo vemos en este versículo:
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Cuando creemos en el nombre de Jesús lo primero que tenemos es un hermano mayor, fuerte y victorioso que nos ama y nos respalda con mucha influencia sobre la tierra para llenar nuestros vacíos, que además conoce el rechazo y lo ha vencido. Pero no solo esto sucede, sino que la misma presencia de Jesús cuando le abrimos nuestro corazón y le recibimos, nos da también el derecho de ser un hijo legitimo de Dios.
Con una sola decisión pasas de estar solo a tener un Padre y un Hermano.
Desde este momento el Padre y el Hijo harán morada en tu corazón para protegerte y hacerte compañía. La Escritura en esto es muy alentadora:
“Y nosotros hemos visto y testificado que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios” (1 Juan 4:14-15).
¡No estás solo, Dios está contigo! El Padre y el Hijo permanecen en ti.
“Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (1 Juan 2:24).
Escrituras
Acerca de este Plan
La familia, es ese lugar cálido y amable que nos hace sentir seguros. Sin embargo, para muchos puede ser un motivo de tristeza, sobre todo en tiempos especiales de celebraciones cuando nos damos cuenta que no tenemos con quien compartir o que nunca hemos sido parte de un generoso grupo familiar. Dios quiere hoy sanar el vacío de la soledad y hacerte un miembro de la familia celestial.
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Nos gustaría agradecer a María Gabriela González Mendoza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/mggm84