¡Sí, TENGO UNA FAMILIA!Muestra

EN UNA FAMILIA HAY HERENCIA

Así es, una de las cosas más fabulosas de tener potestad de ser hecho hijos de Dios, aparte de su amor y la adopción como miembro de la familia celestial, también es que eres incluido en el testamento divino. Sí, como en toda “buena familia”, en la de Dios también habrá una herencia para ti, tal como vemos en la Escritura, pasas de ser un desamparado a un heredero:

“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7).

Por medio de Jesús vienes a tener una herencia de parte del Padre Celestial, solo tienes que cambiar de mentalidad y renovar tu mente para que puedas verte en tu nueva condición. Ya no como alguien que está solo y desprovisto si no como alguien que ha pasado de la soledad a la riqueza en un solo día, por medio de Cristo y que eres merecedor con alegría y gratitud:

“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz” (Colosenses 1:12).

¿Sabes que es una persona apta? Alguien que posee los requisitos necesarios para algo. La sangre de Cristo te ha llevado a la exigencia total y completa demandada por el cielo para recibir la porción de tu herencia, así que el Padre está complacido en ti por medio de su hijo Jesucristo para depositar toda la gracia que cualquier miembro amado de una familia recibe.

La misma complacencia que Dios Padre tiene con su Hijo Jesucristo la tiene contigo, en su familia y en su mesa también hay un plato y un asiento reservado con tu nombre.

“Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11).

¡Haz hoy una oración dando gracias a Dios por recibirte como un miembro de su familia y reconoce que toda la complacencia del Padre está contigo!

Las naciones de la tierra están prometidas para los hijos de Dios. Son la herencia de pertenecer a este prestigioso testamente de la familia real.

Anímate al leer esta promesa, eres un gran heredero:

“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra” (Salmos 2:7-8).

Pasaste de estar solo a ser un heredero amado y miembro de una selecta familia.