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Las cosas en las que nos centramos alcanzarán rápidamente el primer puesto de nuestra lista de prioridades. Cuando nos centramos en nuestras tareas escolares, les damos prioridad. Cuando nos centramos en una relación, le damos prioridad. Cuando nos centramos en seguir a Jesús, ¡tendemos a centrarnos en ello! No es malo que cualquiera de estas cosas sea una prioridad; solo que es importante que mantengamos nuestras prioridades en el orden correcto. Nuestra relación con Dios siempre debe ser lo primero, y después de eso, nuestras prioridades pueden estar en todo tipo de órdenes diferentes. ¡Pero ese primer lugar puede tener un impacto en cómo tratamos toda la lista!

Hoy, haz una lista de tus prioridades y fíjate si hay algunas que quieras reorganizar.