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De paso, pero dejando huellaMuestra

De paso, pero dejando huella

DÍA 4 DE 6

Con poco haciendo mucho

Reflexionemos sobre la genealogía de Jesús. Hay una cantidad de nombres de personas que han sido un eslabón para que la presencia de nuestro Salvador Jesucristo, aquí en la Tierra, fuera posible.

A lo largo de la historia muchas culturas e incluso religiones han puesto el nombre de María, lejos de lo que enseña la Biblia, como estandarte de salvación, atribuyéndole el “mérito” de ser la madre de Jesús. Indudablemente, María tiene una enorme virtud y fue un gran instrumento de Dios para que Jesús, nuestro Señor pudiera llegar a este mundo. Fue que Dios vio en María a aquella mujer que, siendo virgen, podría engendrar a ese pequeñito ser que años más tarde entregaría su vida por nuestros pecados. Es María, quien a lo largo de los evangelios se hace presente en la vida de Jesús, la vemos en las bodas de Cannán, en el día de la crucifixión de Jesús, así como el día de su resurrección. María, sin duda, era una mujer virtuosa pero no es de ella de quien quiero hablarte. Quiero hablar del último eslabón de la genealogía de Jesús, de José. ¿Quién, José? ¿Cuál José, José el de los sueños? No, José el esposo de María. Ese José poco escuchado en la Biblia, que solo en época de Navidad nos acordamos de que existe y que es parte de la vida de Jesús, de ese José quiero hablarte.

Mateo 1:19 nos describe a José como un hombre justo que no quería que María fuera denigrada por el embarazo que tenía. Estaban recién casados, no habían estado juntos y ella estaba embarazada, una situación complicada y difícil de entender para cualquier hombre. Sin embargo, José confió en lo que Dios a través de un ángel le habló en sueños. José comprendió todo, creyó y actuó. Se levantó, recibió a su mujer e hizo lo que el Señor le había mandado. En Lucas capítulo 2, en los primeros versículos, leemos que el emperador Augusto Cesar ordenó levantar un censo. José vivía en Nazaret, una ciudad de Galilea, pero por su origen, José, debía ser censado en Judea, así que tuvo que moverse hasta Belén. Lo hizo acompañado de María, que a esas alturas ya estaba con su pancita bien redonda y a punto de dar a luz. Aquí vemos a un José responsable que quiere cumplir con sus deberes como ciudadano, que aun con su mujer encinta se dispone junto con ella a viajar para cumplir con lo que el gobierno solicitaba. Llegando a Belén, María daría a luz y ya conocemos esa parte de la historia, la hemos escuchado cada año en diciembre, así que no me iré por ahí. Adelantémonos unos días más, 8 días para ser precisos. Al cumplirse el tiempo que la ley de Moisés señalaba, José, junto con María, llevó a Jesús al templo para ser presentado ante el Señor y también para circuncidarlo. Asimismo, debían ofrecer una ofrenda en sacrificio, ofrecieron un par de tórtolas. En ese mismo capítulo, del versículo 25 al 35, vemos que un hombre llamado Simeón, quien era un hombre justo y piadoso y en quien reposaba el Espíritu Santo, se acercó a ellos para ver de cerca a ese pequeñito llamado Jesús. Simeón había recibido una promesa del Espíritu Santo de que no moriría sin que antes viera al Ungido del Señor. En el versículo 30 declara Simeón: “Mis ojos han visto ya tu salvación”. Este hombre recibió una promesa de Dios porque José cumplió con la ley al llevar a Jesús al templo, José no solo cumplió con su deber sino, también a través de eso, pudo ser partícipe del cumplimiento de una promesa que Dios había hecho a un hombre.

Hasta aquí vemos a un hombre que no ha hecho ninguna hazaña extraordinaria, que no tiene capacidades más allá de las de cualquier hombre, pero sí vemos a un hombre obediente, dispuesto a seguir las instrucciones de Dios, incluso las del hombre, un hombre que cuida a su familia y que por esa obediencia ha sido de bendición hasta para un hombre desconocido y asimismo cumplir con una promesa que Dios había hecho. José fue un instrumento de Dios.

Medita en esto:

¿Sigo las instrucciones de mis autoridades?

¿Estoy dispuesto a obedecer a Dios en todo lo que me pida?

¿Sabías que obedeciendo a Dios puedes ser de bendición para otros aún sin darte cuenta?

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

De paso, pero dejando huella

Tenemos una vida muy corta comparada con la eternidad, aún en ese breve tiempo, Dios te quiere usar para cumplir con un plan que tal vez ni conozcas. No necesitas realizar las grandes hazañas para servir a Dios. Desde donde estás, con lo que tienes y lo que hay a tu alcance, puedes hacer mucho en la obra de Dios. Sigue este plan para descubrir cómo servirle.

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Nos gustaría agradecer a Daniel Osorio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instagram.com/esavocecita