La batalla de la mujer por la graciaMuestra
La gracia de Dios es perdón
La palabra perdón significa cancelar una deuda. ¡Nada es más emancipador que cuando alguien nos cancela una deuda! Esto es exactamente lo que Dios, en su gracia a través de Jesucristo, hizo por nosotras. No merecíamos el perdón. No lo ganamos. Se nos concedió.
¿Has tenido alguna vez una gran deuda? ¿Quizá hayas quebrantado la ley? A los diecinueve años yo recibí una multa por exceso de velocidad que me merecía justamente.
Mi padre accedió presentarse ante el juez conmigo. Me sentía muy culpable. Había estado en un viaje por carretera y estaba entusiasmada en compañía de amigas. No me di cuenta del exceso de velocidad. El agente de la policía que me detuvo fue muy amable. Según las leyes de California, podía haberme llevado a la cárcel, pero me dejó ir con solo una multa.
Mi padre fue conmigo al tribunal de Ventura a poco más de ciento doce kilómetros de nuestra casa. Incluso, tomó un día libre de su trabajo. Esperamos en línea, pensando pagar la deuda y marcharnos. Papá sacó su chequera. Yo no tenía idea de que planeaba pagar mi deuda. La mujer regresó y dijo que debía comparecer ante el juez.
Mi único consuelo era la presencia de mi padre a mi lado. Yo estaba temblando. Él extendió su mano y tomó la mía, y la sostuvo con fuerza hasta que llamaron mi nombre.
Mientras que el juez miraba las acusaciones, comenzó a regañarme. Si hubiera ido a ocho kilómetros de más me hubiera echado a la cárcel por tres noches. Las lágrimas corrieron por mi rostro. Me sentí destruida. Por fin, el juez pronunció una cantidad monetaria como penalidad por el crimen, y me dejó ir.
Mientras que el juez me regañaba, mi padre había estado llenando el cheque. De inmediato, se levantó para acompañarme fuera de la sala, y mientras tanto me susurró al oído: «Ya terminaste, mi niña. ¡Eres libre!».
Aunque papá fue bondadoso a través de toda la experiencia, aún esperaba un discurso fuerte, y hasta un buen regaño por la tontería. Sin embargo, no sucedió. En su lugar, me habló acerca de las vacaciones que tomaríamos pronto y todo lo que haríamos.
Mi padre era un hombre que conocía la gracia de Dios, y ese día me mostró gracia. ¡Vale la pena luchar por esa gracia!
Oración:
Señor, te pido que al igual que perdonas cada uno de mis pecados, yo pueda extender gracia y perdón sobre aquellos que me han lastimado. Ayúdame a no ver sus faltas y a enfocarme en tu gran amor. En el nombre de Jesús, amén.
Escrituras
Acerca de este Plan
La batalla de la mujer por la gracia es una batalla que vale la pena librar, especialmente cuando la culpa nos hace la guerra por nuestras imperfecciones. En este plan descubrirás como la gracia es más sencilla y más profunda, de lo que crees. Sabrás como este recurso que salva y sostienes la vida puede ser tu motivación y medio para vivir en libertad hoy.
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Nos gustaría agradecer a Editorial Unilit |Spanish House Ministries por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialunilit.com/la-batalla-de-la-mujer-por-la-gracia