Abrazando la paternidad de DiosMuestra
RECIBIENDO LA PATERNIDAD DE DIOS
Solemos tener en nuestra mente a Dios como Dios y Señor, pero si observamos nuestras oraciones, quizá no siempre le llamamos “Padre” aunque hoy tenemos este privilegio de poder llamarlo "ABBA, PADRE" gracias a la relación tierna, íntima y de confianza que es posible por Jesucristo y el Espíritu Santo.
¡No somos huérfanos! Todos aquellos que le hemos recibido y hemos creído en JESÚS recibimos al Espíritu Santo por medio de quien podemos clamar "ABBA PADRE. ¡Papito!, ¡Padre!". Su Espíritu da testimonio. Su Espíritu da seguridad a nuestro espíritu de que verdaderamente somos hijos de Dios, ya no siendo guiados por nuestros sentidos o deseos, sino por Él.
Nos puede resultar fácil ver a Jesús relacionarse con el Padre con esta dichosa confianza, pero podemos llegar a pensar que nosotros no somos dignos o que no podemos hacerlo. Sin embargo, debemos recordar que, estando en Cristo, tenemos el privilegio de también podernos relacionar con el PADRE tal y como Él lo hizo aquí en la tierra.
Jesucristo nos hizo libres. Tenemos acceso al Padre. Hoy podemos abrazar Su paternidad. Ya no somos esclavos al pecado por lo que tampoco somos esclavos al temor del castigo si vivimos en Él y en Su amor. ¡Ya no somos esclavos, ahora hemos recibido el Espíritu de adopción y Su perfecto amor echa fuera el temor!
¿Te has puesto a pensar qué implica ser hecho hijo/a de Dios? Ser hijos de Dios significa tener la simiente. ¡Su simiente está en ti! Hoy tienes acceso a una herencia que te corresponde, eres coheredero con Cristo, tienes una nueva posición, ahora formas parte de la familia de Dios. Sin embargo, me temo que muchos han olvidado su identidad como hijos de Dios y viven en una falsa orfandad a causa de la condenación, culpa y mentiras del enemigo, viviendo en temor y no en la libertad gloriosa que corresponde a los hijos de Dios. Es por ello que, en los próximos días, profundizaremos en el amor de Dios y Su paternidad.
Acerca de este Plan
¿Qué cambio crees que tendrían nuestras vidas si cada día abrazáramos la paternidad de Dios? ¿Qué impacto tiene en nosotros creer en el amor de Dios como Padre? Hay una gloriosa libertad que experimentamos al abrazar Su paternidad: el temor es echado fuera y la inseguridad se hace trizas. ¿Habría algo de qué preocuparnos? Es momento de creer y vivir de acuerdo a estas verdades.
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Nos gustaría agradecer a Fátima Meza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linktr.ee/soyfatimaa