Líder: Cuando te enfocas en los demás, entonces eres generoso.

Cuando oras por los demás en vez de enfocarte en tus necesidades, cuando sirves a otros de forma desprendida, cuando sacrificas un placer personal por un beneficio de otros, cuando escuchas atentamente al otro en vez de hablar sin parar, cuando tu enfoque en la resolución de conflictos está en ver como bendices radical y creativamente al otro, cuando pones primero las necesidades de los demás por encima de las tuyas. Esas son también formas de generosidad.

La madurez espiritual de una persona, entre otras maneras, se expresa al notarse un cambio progresivo o radical de enfocarse en uno mismo a enfocarse en los demás. Ir del egoísmo a la entrega, de ser retenedor a ser desprendido, de esperar que otros se sacrifiquen por mí, a querer sacrificarme por los demás. El creyente que madura se va despojando progresivamente de su egocentrismo. En este sentido, la más alta descripción o la última frontera del desprendimiento es la expresión de Cristo en la cruz. Dice la Biblia que Jesús “… Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo ...” (Filipenses 2:7). Despojarse en griego es la palabra kenosis, la cual evoca a alguien que se vacía completa y voluntariamente. Jesús entregó su vida completamente por los demás, ¿no es eso acaso una demostración máxima de generosidad? Cuando alguien da un regalo, o hace un aporte generoso a alguna causa, esa es una expresión parcial de generosidad, ya que la persona normalmente aún mantiene bienes, pero es diferente a alguien que se entrega a sí mismo, que entrega su vida.

Para reflexionar: Cuando interactúas con otra persona, ¿quién es la persona más importante de la conversación, tú o esa persona?

Dr. Jesús Sampedro.