Aquí Estoy, Señor: Devociones del Ministerio Tiempo de GraciaMuestra
Mi Salvador está vivo
Padre, a veces parece como si en realidad Satanás estuviera ganando después de todo. Los cristianos son perseguidos, abusan de los niños, nuestras calles no son seguras, las personas buenas pierden sus empleos y las familias se separan. Los gobiernos colapsan, las guerras se propagan y consumen ingentes cantidades de sangre y dinero. La muerte no deja de robar a mis amigos y a mis seres queridos de uno en uno.
Pero la Pascua ocurrió. Ni el mismo poderoso príncipe del infierno puede cambiar la historia. Tu Hijo vivió una vida santa y me permite reclamarla como mía; tu Hijo padeció una muerte horrible y sufrió el infierno por mí, para que yo no tuviera que sufrirlo. Tu Hijo resucitó de su tumba y cambió todo, para darme la seguridad de mi perdón y de mi inmortalidad.
Tus palabras han venido a ser mías: “Se alegró por tanto mi corazón y se gozó mi alma; mi carne también descansará confiadamente, porque no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:9-11 y Hechos 2:25-28).
Puedo superar cualquier dificultad cuando sé que, de todas maneras, al final voy a ganar. La tumba no pudo retener a mi Salvador. Él es el primer cumplimiento de la gran Pascua que ha de venir; él vive y nunca morirá, y tampoco nosotros moriremos.
Padre, a veces parece como si en realidad Satanás estuviera ganando después de todo. Los cristianos son perseguidos, abusan de los niños, nuestras calles no son seguras, las personas buenas pierden sus empleos y las familias se separan. Los gobiernos colapsan, las guerras se propagan y consumen ingentes cantidades de sangre y dinero. La muerte no deja de robar a mis amigos y a mis seres queridos de uno en uno.
Pero la Pascua ocurrió. Ni el mismo poderoso príncipe del infierno puede cambiar la historia. Tu Hijo vivió una vida santa y me permite reclamarla como mía; tu Hijo padeció una muerte horrible y sufrió el infierno por mí, para que yo no tuviera que sufrirlo. Tu Hijo resucitó de su tumba y cambió todo, para darme la seguridad de mi perdón y de mi inmortalidad.
Tus palabras han venido a ser mías: “Se alegró por tanto mi corazón y se gozó mi alma; mi carne también descansará confiadamente, porque no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:9-11 y Hechos 2:25-28).
Puedo superar cualquier dificultad cuando sé que, de todas maneras, al final voy a ganar. La tumba no pudo retener a mi Salvador. Él es el primer cumplimiento de la gran Pascua que ha de venir; él vive y nunca morirá, y tampoco nosotros moriremos.
Escrituras
Acerca de este Plan
Dios sabe que algunas veces nuestras lenguas y nuestros cerebros no tienen las palabras para expresarle a él lo que queremos, por eso él nos dio el bello libro de los Salmos para darnos esas palabras y pensamientos que necesitamos para hablarle a él. Estas devociones, una para cada día del mes, utilizan Salmos para ayudarle a expresar al Señor sus necesidades, pesares, y alegrías.
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Este plan fue creado por LifeChurch.tv.