La Rendicion Total De Un Hombre DescalzoMuestra

«Presta atención»

Cuando Moisés se acercó a la zarza ardiente, un ángel del Señor le habló desde en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!», y Moisés respondió: «Heme aquí». Este no fue un encuentro ordinario. Fue una aparición especial y personal de Dios a un exiliado anciano que estaba trabajando como pastor; y el propósito de la «visita» era guiar a este pastor a una nueva posición de «pastoreo». Dios había escogido a Moisés para sacar a su pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra que les había prometido cientos de años antes. Al acercarse más a la zarza, Moisés se estaba acercando más a la voluntad de Dios. Su atención estaba rindiendo fruto. De deambular estaba dando paso a escuchar, y escuchar se convertiría en propósito.

Este tipo de investigación deliberada y considerada, va en contra de casi todo en nuestra cultura. Pero la atención enfocada nos acerca más y nos habilita para ver lo milagroso.

Al graduarme de la escuela media-superior, hice un viaje de misiones de verano a Montana. Esa fue la primera de muchas veces en las que luché con el llamado de Dios. Escuché a Dios decirme que me quería en el ministerio vocacional. Simplemente le dije que no. Esto se repitió varias veces hasta que finalmente pude orar, como lo hizo Jesús: «No se haga mi voluntad, sino la tuya». Cuando lo hice, fui lleno de paz, y la zarza que Él encendió comenzó a quemar con una llama más brillante. Este momento de «sí, Señor», fue el paso inicial para encontrar la voluntad de Dios para mi vida vocacional. Años después, traje a mi esposa y a mi hijo a visitar la pequeña iglesia donde sucedió todo esto. «Justo allí es donde su papá escuchó por primera vez a Dios llamándolo al ministerio», le dije a mi hijo. Recordarlo edificó mi fe y plantó una semilla en el corazón de mi hijo para escuchar hablar a Dios.

«Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para mirar, Dios lo llamó de en medio de la zarza, y le dijo: “¡Moisés, Moisés!”» (Éxodo 3:4). No fue sino hasta que se acercó a investigar esta gran visión, que Dios lo llamó por su nombre. Algunas de las «grandes visiones» de tu vida, será Dios. Algunas, simplemente serán visiones extrañas, y nada más. Pero cuando te acerques a la zarza y comiences a escuchar su voz, ¡presta atención!

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