Fe ante la frustraciónMuestra

¿Cómo tener fe ante la frustración?

En las desgarradoras palabras del Salmo 13, nos encontramos con el grito crudo y sin filtro de un alma angustiada: una oración que retumba a través de los siglos, resonando en cualquiera que se haya sentido ignorado u olvidado por Dios.«¿Hasta cuándo, Señor, me tendrás en el olvido?». Esta pregunta audaz es la que nos hacemos en tiempos de prueba, cuando el cielo parece callado y nuestras plegarias no escuchadas. Sin embargo, en esta osadía hay belleza, una honestidad sagrada que Dios honra. David nos muestra que la fe no consiste en ocultar nuestras frustraciones, sino en desnudarlas ante Aquel que es nuestro consuelo definitivo.

Al caminar por nuestros valles de sombras, quizá nos preguntemos, como David: «¿Hasta cuándo he de atormentar mi mente con preocupaciones y he de sufrir cada día en mi corazón?» (Salmos 13 NVI). La vulnerabilidad de David nos recuerda el poder del lamento. Hay un espacio en la presencia de Dios para nuestras dudas, corazones cansados y noches más largas.

La súplica de David se convierte en una luz penetrante en la oscuridad: «Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte». No es una oración de derrota, sino un testamento de fe que, incluso cuando duda, se aferra a la esperanza eterna que tenemos en Dios. La verdadera fe vive, no en la ausencia de duda, sino en la persistencia de la creencia a pesar de ella.

David encuentra una certeza inquebrantable a pesar de las arenas movedizas de sus circunstancias: «Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación». Proclama una alabanza futura arraigada no en sus sentimientos actuales, sino en el carácter inmutable de Dios. El amor de Dios no es una emoción pasajera, sino una promesa duradera, un cimiento cuando todo lo demás desaparece.

Al reflexionar sobre el viaje de David de la angustia a la seguridad, adoptemos la misma trayectoria en nuestras vidas. ¿Podemos, como David, pasar de cuestionar la presencia de Dios a afirmar su providencia? ¿Podemos mantenernos firmes en la fe cuando aumentan las frustraciones y nos asaltan las dudas?

Desafiémonos a ser sinceros con Dios sobre nuestras luchas, como lo fue David. Examina tu corazón: ¿Con qué frecuencia enmascaras tus verdaderos sentimientos por miedo a parecer infiel? ¿Puedes dejar tus cargas al pie de la cruz, confiando en el amor inquebrantable del Señor? Ante la frustración, elige la fe, la esperanza y la convicción inquebrantable de que nuestros cantos de lamento se convertirán en himnos de liberación.