La mansedumbre: un camino inesperado hacia la sanación

Siempre que pienso en el ministerio de sanación de Jesús, pienso en el poder. Pienso en su autoridad tanto en la oración como en la enseñanza. Pienso en cómo hablaba a los demonios. Recuerdo sus palabras a los discípulos de que era necesario orar para que se produjeran ciertos tipos de curación.

Marcos 9:28-29 - Después, estando Jesús solo en casa con sus discípulos, le preguntaron: "¿Por qué no hemos podido expulsar a ese espíritu maligno?". Jesús les contestó: "A los de esta clase sólo se los puede expulsar con la oración"(LBLA).

Pero en el pasaje de hoy, vemos un tipo diferente de sanación. Una sanación que no requiere ningún discurso. Una sanación que a primera vista no apunta a la autoridad de Jesús, sino a una faceta diferente de nuestro Salvador. Hoy vemos a un Jesús amable y tranquilo. Un Jesús que va al encuentro de las personas allí donde se encuentran. Un Jesús que simplemente se acercó a la cama de una mujer enferma, la tomó de la mano, la ayudó a levantarse y se curó.

A veces la mejor manera de ayudar a alguien en su sanación no es a través de la oración o la predicación. A veces basta con estar allí, tomar a alguien de la mano y ayudarle a levantarse. ¿Cuántas veces hemos pasado por alto esta "simple" forma de sanación por algo que parece más "poderoso"? ¿Cuántas veces hemos rechazado este tipo de sanación de un amigo porque pensamos que no es suficiente? ¿Cuántas veces hemos ignorado los impulsos del Espíritu Santo para ayudar a alguien de esta manera pero no pensamos que añadiría mucho valor o concluimos que sería demasiado trabajo?

Al igual que los tipos de sanación aparentemente más "poderosos", este milagro no sólo fue inmediato, sino que dio fruto más allá de la curación inicial. La suegra de Simón se recuperó por completo y pudo preparar la comida a Jesús y a sus discípulos.

Al reflexionar sobre la gente que te rodea, ¿hay alguien a quien podrías acercarte, tomarle de la mano y ayudarle a levantarse? ¿O tú necesitas esa ayuda, pero has rechazado una oferta aparentemente "insignificante"? Tal vez este ofrecimiento de amabilidad sea la respuesta de Dios a tus oraciones y una vía inesperada para tu sanación.