Un llamado a la acciónMuestra

Limpiar

Es increíble saber que Dios nos llama todos los días y que todos los días tenemos la oportunidad de responder. Hoy veremos el llamado de la Palabra de Dios a limpiar. Romanos 13:12–13 (NTV) nos dice: «Dejen de lado sus actos oscuros como si se quitaran ropa sucia», y no «participes en la oscuridad». Como cristianos, tenemos que rechazar los caminos de la oscuridad y deshacernos de ellos como nos deshacemos de la ropa andrajosa.

Verás, es a causa del pecado que el mundo en el que vivimos existe en una especie de oscuridad. Es en esta oscuridad donde florecen el pecado y el mal. El libro de Juan nos dice que Jesús es la luz del mundo. Así como encender la luz en una habitación sucia revela el desorden que estaba escondido en la oscuridad, la luz de Cristo revela el desorden en nuestros propios corazones.

Otra forma de imaginar la luz reveladora de Cristo es pensar en un palito fosforescente. En la oscuridad, el palito fosforescente es divertido y tiene colores vibrantes. Toma ese mismo palito en un lugar con luz y se verá pálido y sin vida. Así es el pecado. Parece emocionante y lleno de vida en la oscuridad, pero una vez que lo ponemos frente a la luz de Cristo, lo vemos tal como es realmente.

Entonces, ¿qué hacemos cuando nos enfrentamos al pecado y al desorden en nuestras vidas? No hay manera de que podamos arreglarnos o limpiarnos por nuestros propios medios, ¡pero tenemos buenas noticias en el evangelio de Jesucristo! Todos los días estamos invitados a llevar la impureza de nuestras vidas a Jesús para que él nos perdone y transforme. A lo largo de la Biblia leemos historias de hombres y mujeres como Rahab, Jacob y Pablo, quienes permitieron que Dios los limpiara y los usara de una manera asombrosa.

Si sientes que Dios está iluminando cualquier pecado u oscuridad ocultos en tu vida hoy, acude a él y acepta su perdón y gracia. ¡Él está listo para limpiarte!

Pensamiento del día

Jesús es la luz del mundo. Como cristiano, estoy llamado a rechazar la oscuridad y vivir en la luz de Cristo. A veces esa luz muestra el desorden en mi propio corazón y cuando suceda, me acercaré a Jesús para que Él pueda perdonarme y transformarme.