Ancla1

El ancla de la estabilidad

Ayer aprendimos de Pablo en su tercer naufragio, tomando las enseñanzas del barco y usando como ejemplos las anclas, aprendamos de Él.

La tormenta rugió “hasta que al fin se perdió toda esperanza” (Hechos 27:20). Sin embargo, Pablo les dice a todos que se animen porque todos se salvarán del naufragio (Hechos 27:22). Eso es algo difícil de decir a personas que están al borde de la cuerda, mientras los vientos aúllan. Piénsalo: el agua salada les arde en la cara, la vela mayor está a punto de romper el mástil, y Pablo está en la barca, con ellos, diciendo: Ánimo, porque Dios lo había prometido...

Sabes, si estás atravesando una tormenta, puede ser que entiendas cómo ellos se sintieron.

Pero te digo que es posible encontrar ESTABILIDAD en medio de la tormenta, cuando miramos lo que Dios ha dicho. La Palabra de Dios es la primera y única fuente de estabilidad que realmente necesitamos.

Toma el tiempo para meditar e incluso escribir (notas adhesivas o fichas) las promesas de Dios. Enfócate y haz tuya estas promesas.

“El que habita al abrigo del Altísimo, Morara a la sombra del omnipotente" (Salmo 91:1).

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).

Y otra vez: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, MÍO eres tú" (Isaías 43:1).

Echa de tu barco el ancla de la estabilidad: ¡La Palabra de Dios!