Si Vas a Salir Adelante, Empieza Por DiosMuestra

La importancia de mantener viva la llama espiritual se refleja en las instrucciones detalladas sobre el sacrificio del altar en Levítico 6:12-13. Aquí se establece que el fuego en el altar no debe apagarse; cada mañana, el sacerdote debe agregar leña para mantener encendida la llama. Este acto de renovación diaria es esencial para el funcionamiento continuo del altar y la relación del pueblo con Dios.

Este pasaje nos recuerda que la vida espiritual no es estática; requiere una renovación constante. Si el fuego no se alimenta, eventualmente se extinguirá. Del mismo modo, si no cuidamos y nutrimos nuestra relación con Dios, nuestra conexión con Él se debilitará con el tiempo.

Es tentador conformarse con experiencias pasadas de cercanía con Dios, pero debemos recordar que lo que importa es nuestra relación actual con Él. No podemos depender de los logros espirituales del pasado; debemos buscar constantemente nuevas experiencias de intimidad con Dios y renovar nuestro compromiso con Él cada día.

Esto significa dedicar tiempo a la oración, el estudio de la Palabra y la comunión con otros creyentes. Significa estar dispuestos a dejar de lado nuestras propias agendas y prioridades para seguir los caminos de Dios. Es un compromiso diario de entregarnos a Él por completo y permitir que Su Espíritu nos guíe y transforme.

Al igual que el sacerdote que alimenta el fuego del altar cada mañana, nosotros también debemos renovar nuestra pasión por Dios y nuestra dedicación a vivir según Sus principios. Esta renovación constante nos ayuda a mantener viva la llama espiritual en nuestras vidas y nos fortalece para enfrentar los desafíos y tentaciones que encontramos en nuestro camino.

En resumen, la renovación espiritual es un proceso vital en la vida del creyente. Al alimentar diariamente nuestra relación con Dios, podemos mantener encendida la llama de nuestra fe y experimentar Su presencia y poder en nuestras vidas de manera continua y transformadora.