Si Vas a Salir Adelante, Empieza Por DiosMuestra

El altar es mucho más que un simple lugar de encuentro con Dios; es el lugar donde ocurre una transformación profunda. Es el sitio donde tomamos la decisión de morir a nuestra propia voluntad y deseos, para permitir que la vida de Dios florezca en nosotros. Aquí no venimos a buscar, sino a entregar. Es un acto de rendición total y confianza en el poder transformador de Dios.

Cuando entregamos todo a Dios, abrimos la puerta para que Él llene cada área de nuestra vida con Su presencia y gracia. Dios anhela manifestarse en nosotros, pero a menudo espera a que alguien lo provoque, a que demos el primer paso de fe. Nuestros actos de fe son los que despiertan la acción divina y permiten que Dios se manifieste de manera poderosa en nuestras vidas.

Es importante comprender que esta entrega no es un acto único, sino un proceso continuo. Cada día, tenemos la oportunidad de volver al altar y renovar nuestra entrega a Dios. Cada día, podemos decidir morir a nosotros mismos y permitir que la vida de Dios fluya a través de nosotros de manera renovada y fresca.

En este proceso de entrega y rendición, experimentamos la verdadera libertad y plenitud que solo se encuentra en la comunión con Dios. Nos liberamos del peso de nuestras propias ambiciones y deseos egoístas, y nos abrimos a la abundancia de Su amor y propósito para nuestras vidas.

Así que, cada vez que nos acercamos al altar, recordemos que no venimos a buscar, sino a entregar. Recordemos que nuestra entrega despierta el poder divino y nos lleva a una vida de plenitud y propósito en la presencia de Dios. Que cada acto de fe sea un catalizador para que Dios se manifieste en todo Su esplendor en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

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