De La Nostalgia a La Esperanza en Dios (Salmo 42)Muestra

La esperanza puesta en Dios

A pesar de su angustia, su tristeza, sus dudas, el salmista recupera el enfoque centrando su esperanza en Dios. Hay muchas cosas que desaniman y entristecen al salmista: la distancia del hogar y de la casa de Dios (42:2, 42:6), las burlas de los incrédulos (42:3, 42:10), los recuerdos de mejores días (42:4), las abrumadoras pruebas de la vida (42:7), la aparentemente lenta respuesta de Dios (42:9). Sin embargo, el tener a Dios como su esperanza, hace que él se reenfoque y concentre en Dios, y encuentre consuelo en Él.

Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. El salmista le habla a su propia alma (se predica a sí mismo), se cuestiona a sí mismo. El salmista hace una pausa de su doloroso recuerdo para retar a su propia alma. ¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? El salmista no se rindió hacia sus sentimientos de angustia y desaliento. En lugar de eso él los retó y los trajo delante de Dios.Su respuesta refleja una gran esperanza en Dios. Espera en Dios, es su conclusión. Hay, pues, una certeza de lo que Dios hará a favor suyo. No ve los resultados de su oración; pero sigue confiando y esperando en Dios.

"¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (Sal 42.11).

¿Cómo podemos saber adónde poner nuestra esperanza, y cómo responder en caso de que no se haga realidad?

La esperanza es segura cuando está alineada con los deseos de Dios que se expresan en su palabra (la Biblia). Sin embargo, nuestras expectativas se basan, por lo general, en deseos, sentimientos y preferencias personales; anhelamos ser promovidos en el trabajo, tener buena salud o encontrar soluciones rápidas a los problemas. Estos deseos pueden ser buenos, pero no tenemos ninguna garantía de que sean parte de la voluntad de Dios para con nosotros.

Podemos llegar a desilusionarnos cada vez que nuestras expectativas no coinciden con el plan de Dios. Aun cuando la esperanza esté basada en una promesa bíblica, es posible que el Señor no la cumpla de la manera o en el momento que queramos. Aunque parezca que Dios no está haciendo nada, Él está preparándonos para el futuro.

La clave para tener contentamiento y gozo radica en poner todos nuestros sueños bajo nuestra esperanza absoluta en el Señor. No olvidemos que Dios es soberano y misericordioso; y quiere siempre lo mejor para nosotros.

Algunas veces, Dios tiene que frustrar nuestras esperanzas para darnos lo que Él sabe que es mejor. Pídale que aclare y oriente tus deseos para que coincidan con su voluntad. Luego, descansa en su bondad y mantén tu esperanza en Él. La voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.