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SERIE – ESPÍRITU SANTO - La blasfemia contra el Espíritu SantoMuestra

SERIE – ESPÍRITU SANTO - La blasfemia contra el Espíritu Santo

DÍA 2 DE 4

Los fariseos no podían negar el milagro que Jesús había hecho; el hombre ciego y mudo estaba sano frente a sus propios ojos. La única alternativa que les quedaba era desacreditar la fuente de autoridad de Jesús. Lo acusaron de ser el representante de Belcebú o peor aún de estar endemoniado, poseído por el mismo Satanás. Tampoco podían negar el poder del Espíritu Santo operando a través de Él porque ya había sido anunciado por el profeta Joel (Joel 2:28-32) y ellos conocían muy bien las Escrituras. El poder del Espíritu en Cristo expulsando los poderes demoníacos era la clara evidencia de que el reino mesiánico había llegado. El reino de Satanás se estaba desmoronando por la obra de Cristo. Los días del Mesías prometido, cuya obra principal sería destruir el reino de las tinieblas habían llegado. Satanás, “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31) se enfrentaba con alguien mucho más poderoso que había empezado a saquear y destruir su imperio. El reino de Dios había llegado: “Si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado… Pues, ¿quién tiene suficiente poder para entrar en la casa de un hombre fuerte como Satanás y saquear sus bienes? Sólo alguien aún más fuerte, alguien que pudiera atarlo y después saquear su casa, Mateo 12:28-29 (NTV). Jesús dijo que había atado al hombre fuerte. ¿En qué momento? En el desierto. Si realmente hemos de limitar y aun arruinar las obras de Satanás debemos seguir el ejemplo de Jesús y batallar con “las invencibles armas del todopoderoso Dios” (2ª Corintios 10:4, NT-BAD); esto es: retiro, ayuno y oración. Tengamos la firme convicción de que el Señor puede ayudarnos en nuestra lucha diaria contra las estratagemas del diablo porque Él venció a Satanás y nosotros compartimos su victoria.

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