¡La comparación no es un juego!Muestra

Nunca será suficiente.

Quiero darte una mala noticia: cuando entramos a la guerra espiritual de la comparación, siempre terminaremos perdiendo, ya que, tristemente, nada será suficiente. En nuestra mente, nuestra casa nunca será lo suficientemente grande, nunca seremos lo suficientemente delgados, nuestros ingresos nunca serán suficientes, y así nos podríamos seguir en casi todas las áreas de la vida, creyendo la mentira de que siempre hay algo mejor que nosotros no estamos disfrutando.

Al actuar de esta manera, poco a poco vamos ignorando a Dios y ensimismándonos solo en nuestros deseos e intereses, lo que siempre resulta en destrucción.

Podemos llegar a hacernos mucho daño, obsesionándonos con lo que creemos merecer por no estar conformes y agradecidos con lo que tenemos.

No estoy hablando de que renunciemos a tener anhelos o a mejorar en la vida; lo que trato de decir es que cuando nuestro deseo legítimo de superación se convierte en avaricia, podemos sufrir consecuencias dañinas. Matrimonios desechos porque el esposo no gana lo que creemos suficiente, cuerpos destrozados por medicamentos que prometen darnos el cuerpo que hemos visto en las revistas o redes sociales, trabajos hechos con amargura porque no nos dieron el ascenso esperado y a otra persona sí, amistades destruidas porque viajan a donde nosotros quisiéramos viajar. La lista puede ser interminable. Siempre habrá algo que alguien más tiene y nosotros no.

Repito, es bueno que podamos tener anhelos y busquemos crecer o mejorar en las diferentes áreas de nuestra vida, pero debemos hacerlo con las intenciones correctas, desde la gratitud y no desde el enojo o competencia. Confiemos en que eso que tenemos ahora, o ahí donde estamos en este momento de nuestra vida, no pasa desapercibido para Dios, y que si Él así lo decide, y será de bendición a nuestra vida, esos anhelos se podrán realizar.