El Dios Que Nos SalvaMuestra

Esperar

¿Cómo será esto? Fue la pregunta inmediata de María. Ella que no dudaba de la veracidad de las palabras del ángel, simplemente quería saber el modo en que se daría la concepción, ya que tenía una poderosa razón para cuestionar: “Porque yo no conozco varón”. En aquel tiempo, era imposible pensar en otro método de concepción que no fuera el natural por lo que esta pregunta era correcta. María estaba turbada y perpleja. De repente, en su vida estaba sucediendo algo fuera de lo normal.

¿No nos suena familiar esta pregunta? Debo confesar que en mi vida sucede muchas veces. Leo la palabra de Dios y conozco sus promesas, pero miro alrededor y veo que es imposible que sean cumplidas.

Deseamos sanidad física y mental, matrimonios restaurados, relaciones familiares sanas, oportunidades laborales y vidas felices, pero parece que a medida que pasan los días, nuestra fe disminuye y descreemos de las promesas de Dios. Frente a esta situación, Dios, que está en todos los detalles, nos responde de la misma manera que a María en ese momento: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. (v. 35).

María no tenía que hacer nada con sus propias fuerzas e inteligencia. A ella le correspondía esperar y confiar en el poder de Dios. Eso mismo es válido para nuestras vidas, no conseguiremos nada únicamente con nuestras fuerzas y voluntades humanas. Esperemos, pues Dios nunca llega tarde.

¡No lo dudes! Si aún no se ha cumplido lo que estas esperando, eso llegará en el momento divinamente oportuno.