EL LAVAMIENTO DE SU PALABRA

Tienes muchos hábitos diarios que mantener limpios sin pensarlo mucho. Te cepillas los dientes, te lavas la cara y las manos, te duchas, etc. Si los haces de manera constante, no hay mucho que tengas que limpiar cada vez. Si ha pasado un tiempo desde que te lavaste las manos, no solo sentirás los efectos, sino que también te pones a ti mismo y a los demás en riesgo de contraer una bacteria o virus. La Palabra de Dios es el agua purificadora que lava tu alma (Efesios 5:25-27). Cristo está haciendo esto por Su novia en preparación para Su regreso. La Palabra nos hace “santos y sin mancha” (Efesios 5:25-27). Cuando la lees, la hablas, la escuchas, la escribes, la estudias, la meditas, hablas de ella y la recibes, ¡permites que la verdad y el amor de Dios limpien todo lo que es pecaminoso ! Necesitas el lavado constante de la Palabra cada día. Esto es el cepillado espiritual de los dientes dos veces al día y el lavado de las manos con regularidad. Esto puede parecerse a leer al menos un capítulo al día, recibir una notificación del versículo del día, unirse a un estudio de un libro de la Biblia, hacer el triturador de 30 días (toda la Biblia en 30 días) o memorizar un pasaje durante la semana. Todo esto está siendo limpiado por Su Palabra.

ORACIÓN

Señor, gracias por el poder purificador de Tu Palabra. Me abro a la verdad que me libera. Limpia las profundidades más íntimas de mi ser de todas las manchas y defectos, para prepararme para tu regreso. Ayúdame a lavarme en el agua de Tu Palabra a través de la meditación, en el nombre de Jesús, amén.

APLICACIÓN

Memoriza las escrituras ingiriéndolas de diferentes maneras.

Léelas en silencio y en voz alta escucha el audio, escríbelas, cuéntale a alguien sobre ellas colócalas en algún lugar donde puedas verlas todos los días.