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A veces, la manera más poderosa de compartir el evangelio es simplemente contando tu propia historia de cómo Jesús ha cambiado tu vida. Como nos anima el apóstol Pedro en el pasaje de hoy, prepárate para dar la razón de la esperanza que tienes en Cristo, pero hazlo con gentileza y respeto.

Tu testimonio personal puede ser una herramienta poderosa para llevar a otros a la fe en Jesús. Pídele a Dios que te dé oportunidades para compartir tu historia con aquellos que necesitan escucharla y prepárate para compartirla cuando la gente te lo pida. Cuando no conocía personalmente a Jesús y compartía con la gente cristiana, noté algo que me llamó la atención, y es que me aceptaban incluso cuando no me comportaba ni pertenecía como ellos. En lugar de juzgarme, me animaron.

También estaban contentos con sus vidas, aunque no tenían mucha riqueza material ni una carrera profesional definida. Me atrajo tanto la paz que tenían, que sentí curiosidad y les pregunté: '¿Por qué viven como lo hacen?'. Ellos respondieron: 'Por causa de Jesús'. Compartieron sus historias conmigo y fue en ese momento que decidí que quería encontrarme con Jesús por mí mismo. Ese día cambió mi vida para siempre.

Después de que compartieron su historia, quise experimentar lo que tenían y me invitaron a la iglesia. Después de compartir tu historia, es bueno estar preparado para invitar a las personas a que vengan y la vean por sí mismas. Invitar a alguien a la iglesia o a un grupo de jóvenes es una excelente manera de que las personas experimenten de primera mano el amor y la vida que Jesús les trae. Cuando invitas a otros a venir y verlo por sí mismos, pueden tener una idea real de lo que significa seguir a Jesús y pueden llegar a experimentar el mismo sentido de pertenencia que tú tienes. Además, abre la puerta a conversaciones y conexiones significativas, así que quizás pienses en cómo puedes extender esa invitación.

También es importante que no seamos los únicos que hablemos, sino que también hagamos preguntas y escuchemos. David W. Augsburger dijo: "Ser escuchado está tan cerca de ser amado que para la persona promedio son casi indistinguibles". O dicho de otro modo, son casi iguales. ¡El amor escucha!

Debido a que Jesús era un maestro, es fácil pensar que Él hablaba todo, pero la verdad es que, en la Biblia, Jesús hizo un total de 307 preguntas y las personas le hicieron alrededor de 183 preguntas. Jesús amaba a la gente; escuchaba a la gente. El amor empatiza y nuestro amor por los demás nos permite tener compasión por los demás. Prepárate para compartir tu historia, pero primero debes estar dispuesto a escuchar la de ellos.