DÍA 2 — “¿Y si el sistema también habla?”

“Aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga" (Mateo 23:4).

Reflexión

Jesús fue muy claro en su crítica a los líderes religiosos de su tiempo: no era su conocimiento lo que estaba en cuestión, sino la forma en que ejercían su autoridad. Enseñaban la ley de Moisés, pero vivían de manera opuesta. Generaban un ambiente religioso que cargaba, agobiaba y deshumanizaba a las personas. Un sistema en el que la letra pesaba más que la compasión.

Este versículo nos desafía a mirar más allá de nuestras palabras e intenciones, y examinar los sistemas que promovemos con nuestras decisiones. Porque los sistemas también comunican. Las culturas organizacionales que creamos hablan, a veces más fuerte que nuestras palabras. Y esa voz puede consolar o herir, liberar o esclavizar.

Muchas veces, desde el liderazgo cristiano, creemos que cuidar es estar cerca, saludar amablemente, escuchar cuando alguien sufre. Pero hay otro nivel más profundo de cuidado: el de construir estructuras que no hagan daño. ¿Qué cultura organizacional promovemos? ¿Es una cultura de gracia o de exigencia? ¿De ritmos administrados o de sobrecarga? ¿De verdad o de apariencia?

Jesús cuidó personas, sí. Pero también confrontó sistemas. Rompió con lógicas de poder y privilegio. Tocó a los intocables. Comió con los excluidos. Y denunció toda estructura religiosa que promovía la culpa sin ofrecer perdón, que exigía santidad sin acompañar procesos, que decía “haz esto” sin mostrar cómo.

Los que lideramos organizamos, estamos construyendo sistemas todo el tiempo. Cada decisión que tomamos sobre cómo organizar el trabajo, cómo se manejan los errores, cómo se evalúa el rendimiento, cómo se dan los reconocimientos, está formando una cultura. Y esa cultura puede ser un espacio de cuidado o una jaula invisible.

Cuidar, entonces, también es tener una mirada crítica sobre la estructura. Es preguntarnos: ¿cómo se sienten las personas al estar bajo este liderazgo? ¿Se sienten escuchadas, vistas, acompañadas? ¿O viven con miedo, en tensión, en un estado de “tengo que rendir para que me quieran”?

Desafío para hoy:
Tómate un momento para observar el espacio donde estás liderando. Piensa en las reglas implícitas, en los mensajes no dichos pero presentes. Pregúntate:

• ¿Qué valores está promoviendo esta estructura?
• ¿Qué cosas se celebran?
• ¿Qué cosas se rechazan?
• ¿Dónde hay silencios que deberían ser palabras?

Quizás cuidar a tu equipo hoy no signifique tener más reuniones, pero sí sea pensar cómo se dan esos encuentros, o reformular alguna práctica que les está drenando la energía. Quizás cuidar sea dejar de medir lo urgente y empezar a valorar lo importante.

Oración:
Padre, abre mis ojos para ver lo que tal vez no estoy viendo. No quiero ser un líder que pone cargas, aunque mis intenciones sean buenas. Quiero ser alguien que alivia, que edifica, que genera un espacio donde las personas puedan florecer. Ayudame a revisar las estructuras que sostengo, y a transformarlas si no reflejan tu amor. Que cada decisión, cada política, cada cultura que promuevo, sea un reflejo de tu gracia. En el nombre de Jesús. Amén.