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El Boleto De MamáMuestra

El Boleto De Mamá

DÍA 1 DE 4

Una promesa en la maleta

Era demasiado pequeña para comprenderlo, tenía nueve años y mi hermana, cuatro. Recuerdo que estábamos mi mamá y yo abrazadas en la cama. Esta vez no era para dormirme con un cuento, de los que ella cuando no estaba muy cansada por los quehaceres del día, me contaba. Era para darme la final noticia de lo que hasta el momento solo era una suposición.
“Me voy, hija".
Ojalá hubiese sido el título de un cuento que estaba a punto de contarme, pero no, este era real. Un boleto ya había sido comprado.

¿Irse? ¿Por cuánto tiempo? ¿Volvería? ¿Por qué se iba? ¿Por qué no nos llevaba con ella? ¿Nos olvidaría? ¿Llamaría? ¿Qué son estas preguntas en mi cabeza? ¿Qué estaba pasando?

La mayoría experimenta su primer corazón roto al llegar a la adolescencia o la juventud, cuando terminan una relación. Yo lo experimenté cuando mi mamá pronunció aquella despedida.

Y vi a aquella mujer valiente empacar sus maletas esa noche de un seis de noviembre, empacando los pocos años que había compartido con nosotras y dispuesta a sacrificarlos por darnos un futuro mejor. En sus maletas llevaba con ella su corazón, un sueño y una promesa: “Voy a volver en un año".
“¿Mamá, me lo prometes?”, le dije.
“Te lo prometo".

Siento que la valentía de mi mamá se asemeja a la historia de Jocabed, la madre de Moisés, quien durante tres meses esconde a su hijo del peligro, hasta que no puede más. Entonces, lo pone en una canasta y lo suelta en el río para que pueda ser rescatado, confiando en que Dios hará lo que ella ya no puede.
Jocabed no lo abandonó. Lo confió a las mejores manos: las manos de Dios.

Cuando estábamos pequeños no comprendíamos las decisiones de nuestros padres. Nuestra mente era tan inocente para entender que, detrás de decisiones dolorosas, solo eran madres queriendo cumplir su misión: proteger a sus hijos.

El año que mi mamá estaría lejos de mí se convirtió en quince años. La promesa se fue en aquella maleta llena de incertidumbre y dolor, pero sabiendo que sus hijas quedaban bajo la guía de Dios, y por supuesto, de mi familia, quienes siempre cuidaron de nosotras. Y logró cumplir su misión: verme a mí, como su hija mayor, coronar su carrera, y a su hija menor culminar sus estudios de secundaria.

Cada madre tiene una historia que contar. Quizás tu historia con tu mamá no fue como la mía, pero sí estoy segura de que ha hecho sacrificios por ti de los que a veces no te has dado ni cuenta.


Mírala hoy y abrázala si la tienes cerca. No la juzgues por sus decisiones, y solo trata de comprender la historia detrás de sus acciones. Pregúntale los retos que ha enfrentado desde tu nacimiento y te darás cuenta de que siempre habrá una historia donde su misión fue protegerte de este mundo tan malvado.

Y si, como yo, la tienes lejos de ti, llámala y abrázala desde la distancia. Da gracias a Dios porque, entre tantas posibilidades de que fueses concebido en otro vientre, fue el de ella el elegido por Dios para traerte a la vida.

Escritura

Acerca de este Plan

El Boleto De Mamá

Una despedida inesperada transformó mi vida, pero abrió la puerta a una mayor comprensión de quién era Dios. Este devocional recoge el viaje desde la perspectiva de una hija que aprendió a confiar, a esperar y a honrar a una madre que aun lejos, nunca dejó de amar. Una historia de separación pero también de reencuentro y esperanza que refleja la analogía del anhelado reencuentro eterno de los hijos de Dios con nuestro Creador. Dedicado a los hijos que crecieron lejos de mamá.

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Nos gustaría agradecer a Stephany Flores por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/_stephanyflores_