Eso Tiene Sentido: Una Reflexión Amable Sobre Los Orígenes De La Adicción, Cómo Entenderla Y Cómo Ser Indulgente Consigo MismoMuestra

¡Llegó al último día de este plan! ¡Felicidades! Debería sentirse orgulloso de usted por seguir sintiendo curiosidad por cómo Dios le diseñó. Aquí tiene una reflexión para hoy, al concluir nuestro tiempo juntos: Imagine que le dice a su adicción: "Claro que has estado haciendo esto. Claro que sentías que era la única manera. Tiene mucho sentido, considerando lo que has vivido".

Observe lo cariñosa que se siente esa frase. ¿Le recuerda el carácter de alguien? 🙏

La verdad es que nuestros cuerpos son sistemas que construyen significados. Y cuando un dolor abrumador ocurre en ausencia de amor incondicional, nuestro sistema nervioso suele sacar conclusiones erróneas: Soy demasiado. No soy suficiente. No soy digno de ser amado. Nunca cambiaré.

Estas creencias parecen ciertas porque se formaron en experiencias reales de soledad, vergüenza o daño. La adicción suele intervenir para protegernos de ellas, hasta que sea lo suficientemente seguro como para dejar de creerlas.

En la Terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI), no avergonzamos ni silenciamos la parte que usa la adicción; nos interesa lo que protege. La acompañamos, con delicadeza, hasta la herida más profunda que ha estado cargando. Y en la seguridad de la conexión amorosa (con Dios, con su terapeuta, con usted), esa herida finalmente puede ser liberada.

Eso es lo que hace Jesús también. Nos encuentra justo donde nos escondemos. No con críticas, sino con compasión. No para avergonzarnos, sino para restaurar. Su presencia es lo que permite que esas cargas se alivien.

No tenemos que forzar la sanación. Hacemos una pausa. Escuchamos. Permitimos que el amor de Dios hable a las partes de nosotros que han estado cargando dolor solas durante demasiado tiempo.

Tómese un momento para volver a ver la película sobre la adicción, Enredado. ¿Qué le despierta ahora?

¿Se ha suavizado algo desde el primer día? ¿Puede sentir la diferencia entre la parte que ha llevado la carga y la parte más profunda de usted que ahora la observa con amor?

En lugar de pedirle a esta parte que se vaya o se calme, podría preguntarle suavemente:

“¿Qué ha estado tratando de proteger esta parte?”

“¿Cómo me ha ayudado a sobrevivir?”

“¿Cómo podría comenzar a transformarse, ahora que estoy a salvo en la presencia de Jesús?”

No se trata de fingir que la lucha no existe. Se trata de volver a casa con usted mismo. Volver a casa con la verdad de quién es usted en Cristo.

No estamos desechando una parte de nosotros mismos; la estamos aceptando para sanar. Le decimos: Ya no tiene que cargar con esto solo.

Usted no es su adicción.

Es un hijo amado de Dios.

Es visible. Está a salvo.

Y ustedes están siendo hechos nuevos.

Reflexión: Intente notar esa parte de usted que aún tiene miedo. No necesita arreglarla... solo estar con ella. Hágale saber que está aquí ahora. Deje que sienta la calidez de su presencia... y la de Dios.

Considere estas amables preguntas:

¿Qué ha intentado proteger esta parte de mí, a través de la adicción? ¿Qué creencia ha mantenido durante tanto tiempo?

¿Qué podría cambiar si esa parte se sintiera segura, vista y sostenida en el amor de Jesús?

Deje que todo lo que venga surja sin juzgarlo. Simplemente obsérvelo con compasión. Al terminar, rece la oración de abajo.

Oración: Jesús, gracias por nunca alejarte de mí. Por abrazar las partes de mí que me duelen. Ayúdame a acoger incluso las partes con las que lucho, incluyendo la que usa la adicción como consuelo. Ayúdame a comprenderla, no a condenarla. Muéstrame cómo la ves. Ayúdame a hacerle saber a esta parte que ya no está sola. Gracias por protegerme, por estar conmigo y por renovarme... un aliento de amor a la vez. Amén.

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