Aceptémonos Unos A OtrosMuestra

¡Pero es sólo un niño! Hace mucho tiempo enseñé música en secundaria durante dos semestres. Los padres de una estudiante le preguntaron cómo iba la clase. “Bueno, está bien, pero nos trata como niños”, respondió ella. La madre y el padre tuvieron que mirar a otra parte mientras trataban de contener la risa. A los niños hay que tratarlos como si sus opiniones y pensamientos importarán, lo cual, por supuesto, es así. Incluso el profeta Samuel, cuando fue enviado a ungir al siguiente rey, supuso mal, muy mal, sobre cuál de los hijos de Isaí era el elegido de Dios. Era el más pequeño, David. “Pero Jehová respondió a Samuel: Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Fue una niña pequeña la sierva que conectó al comandante militar sirio Naamán con el profeta Eliseo. El valiente testimonio de esa niña le llevó a Naamán la curación de su lepra. Jesús apreció mucho más los hosannas de los niños el Domingo de Ramos que las burlas de los fariseos el siguiente domingo (Mateo 21:15). ¿Cree que la alabanza de los niños es tan importante para Dios como la suya . . . que Dios les ha dado percepciones que pierden los adultos? . . . que el cuerpo de Cristo los necesita a ellos tanto como a usted. . . que ellos son compañeros importantes en la realización de la misión divina de rescate?