Aceptémonos Unos A OtrosMuestra

Me gustaría ser rico Es propio de la naturaleza humana querer lo que no se tiene. Los que no tienen quieren tener. Mucho dinero es siempre mucho mejor. El pecado gemelo del materialismo es envidiar a los ricos, y la envidia se transforma fácilmente en resentimiento. ¿Se ha dado cuenta de lo rápidamente que el discurso político, en cada temporada electoral, degenera en manipulación de resentimientos de clase? No hay nada atractivo o deseable en la pobreza. La Biblia tiene una gran sabiduría para ayudarles a las personas que tienen que soportarla, pero sin duda esa no es la meta de ninguna vida. Es mucho mejor que sencillamente admiremos a las personas que tienen riquezas (suponiendo que no fueron robadas), reconocer que alguien trabajó duro, ahorró con disciplina, invirtió con sabiduría, y llevó imaginación y una propuesta de valor al mercado y fue recompensado. Y mucho mejor es buscar su propia riqueza de una manera piadosa. La Biblia nos enseña los peligros del materialismo, pero al mismo tiempo nos impulsa a trabajar para lograr la seguridad financiera de la familia. “Poco trabajo, pobreza; mucho trabajo, riqueza” (Proverbios 10:4). La Biblia, en especial el libro de los Proverbios, promete que el Señor aumenta el patrimonio de las personas que confían y creen en él. Sin duda, los ricos pueden ser opresores de los pobres, pero también pueden ser fácilmente grandes benefactores de los ministerios, escuelas y organizaciones que llevan servicios sociales a los necesitados. Necesitamos alianzas, no envidias de clase.