Tráigalos de Regreso: Devociones de Tiempo de Gracia Muestra

Es Mi Propia Familia: Es uno de mis hijos En algún momento, todos los padres se sienten rechazados por los hijos o hijas, y el rechazo siempre deja heridas. Sin embargo, una cosa es ver que los hijos malgastan el dinero, abandonan los estudios o comienzan una relación con un novio o una novia de alto riesgo, y otra cosa mucho más devastadora es ver que los hijos aparentemente rechazan a Jesucristo. Usted educó bien a sus hijos, les enseñó a orar, cada domingo los llevó a la escuela dominical y al culto, pero ahora lo que tiene es un hijo pródigo. ¿Qué debe hacer? Cuando su hija o su hijo pródigo han dejado de escucharlo, usted tiene que entregarla o entregarlo al Señor y permitir que él use la intensa terapia de amor que considere necesaria. No todos los dolores son destructivos, algunos son terapéuticos. A veces el Señor permite que sus seres amados sufran de algún modo, para hacerlos entrar en razón. El padre de la desgarradora parábola de Jesús esperó con paciencia a su hijo pródigo: “Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó” (Lucas 15:20). Mientras estén vivos, hay esperanza.