Dios, ¿llamaste? Muestra

Señor, ¿qué quieres que yo haga?

El apóstol Pablo fue llamado por Dios para que se dirigiera a los gentiles. Sin embargo cuando Dios lo llamó, camino a Damasco, su respuesta fue: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» Aunque el plan de Dios para su vida era tan amplio y detallado, Pablo no supo todo lo que incluía en esa ocasión. Las respuestas de Dios fueron simples y prácticas, pero había que obedecerlas y así, dando un paso a la vez, inició un proceso diario caminando con Dios. 

Te recuerdo que la gran lección que tenemos que aprender aquí, es que la vida no consiste en conocer todos los detalles sino, más bien, en ser obedientes al Dios de los detalles. Moisés fue llamado para ir a Egipto y liberar a los hijos de Israel y, sin ninguna duda, yo fui llamado para ir a la Argentina. Dios había diseñado un plan, que me incluía, Él tenía un plan para mi vida. 

Siendo adolescente comencé a orar para participar de la obra misionera. Recuerdo el día en que Jorge Theis, el primer líder de Club Bíblico que tuve, se sentó junto a nosotros estando en una playa de Florida y nos contó que Dios los había llamado a él y a su esposa Joan, para que fueran a Brasil. Recuerdo que se derramaron muchas lágrimas en aquella ocasión y que, aunque para muchos de nosotros no era muy claro lo que Dios estaba haciendo en sus vidas, el llamado de Dios era muy particular para Jorge y Joan Theis. 

Varios años más tarde, recibí una gran sorpresa, Jorge me escribió desde Brasil para preguntarme si deseaba unirme a ellos en la obra. Inmediatamente fui a ver a Jack Wyrtzen, el fundador de Palabra de Vida, y sosteniendo la carta en mi mano, dije: «Jack, ¿qué te parece? ¿No es asombroso?» Jack me miró directamente a los ojos y dijo: «Sería grandioso si fuera lo que Dios desea que hagas. Pero, ¿por qué no oras por la posibilidad de comenzar una obra para Palabra de Vida en otro país?» 

Yo tenía 22 años, todavía no me había casado, y esto iba más allá de mi más desenfrenada imaginación. Regresé a mi cuarto, me postré sobre mi rostro y clamé a Dios diciendo: «Señor, ¿por qué yo?» Entonces me di cuenta, de que mi indignidad era la oportunidad para que Dios se engrandeciera a sí mismo. 

El llamado de Dios es un llamado particular, ¡y nunca deberías pensar que la voluntad de Dios es como un autoservicio en el cual puedes observar todo y escoger lo que desees! La voluntad de Dios está hecha especialmente para ti. ¡Gloria al Señor!