¿Cómo conozco la voluntad de Dios? Muestra

 ¡Simplemente hazlo!

Hoy veremos el último concepto de vida.

6. Salvación 

¿Cuál es la voluntad de Dios? ¡Que nadie perezca!  ¡Que los hombres sean salvos! Si la voluntad de Dios, declarada en las Escrituras, es que los hombres sean salvos, ¿es necesario que los creyentes oren para saber si deben testificar? El hecho de no estar seguros en cuanto al deseo que Dios tiene de que testifiquemos, es simplemente ignorancia voluntaria de la verdad. 

Te desafío a que evalúes tu vida, para saber si estás en la voluntad de Dios o no, basándote en estos principios. Observa las cosas en que participas, el trabajo que realizas y las relaciones que posees. ¿Te acercan o te apartan de este presente siglo malo? ¿Te ayudan en el sendero hacia la santificación? ¿Te hacen agradecido? 

Si eres honesto al revisar tu vida y realmente deseas hacer la voluntad de Dios, sea cual fuere, entonces, Dios te la dará a conocer. Hacer la voluntad de Dios, es mucho más que entenderla. Se resume en humillarse delante de Él, expresando nuestro deseo de hacer lo que le agrada y pidiendo su guía para comprender las Escrituras y así aplicarlas en nuestra vida. 

El aspecto final, es deleitarse en lo que Él te da para que hagas. Me temo que hay unas cuantas personas que hacen la voluntad de Dios con la cabeza, pero no se involucran con el corazón. ¿Fue Jonás a Nínive? Sí, finalmente lo hizo. Pero fue con la cabeza, porque la presión fue grande, pero no lo hizo con el corazón. No te puedes deleitar en la voluntad de Dios si no la haces de corazón. ¿Cómo hacerlo de corazón? Con disposición. 

Como conclusión de este breve estudio, es hora de hacer una prueba. ¿Cómo te encuentras? Marca alguna de las opciones presentadas a continuación:

A. Atemorizado de la voluntad de Dios. 

B. Aburrido de la voluntad de Dios. 

C. Confundido por la voluntad de Dios. 

D. Deleitándote en la voluntad de Dios. 

Mi oración es que tu elección te haya hecho marcar la opción «D. Deleitándote al conocer y hacer la voluntad de Dios».

Mucho antes que «Nike» impusiera el dicho popular, «¡Simplemente hazlo!» (Just do it), Don «Robbie» Robertson, de la Isla de Palabra de Vida en Nueva York, firmaba todas sus cartas con esa pequeña frase, acompañada del versículo: «Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis».