NAHÚM INTRODUCCIÓN GENERAL
INTRODUCCIÓN GENERAL
Gracias al avance de la investigación bíblica, hoy podemos conocer más sobre el fenómeno profético en el Antiguo Oriente. Estos estudios nos han permitido comprender el mensaje de estos libros sin dejar de considerar las interpretaciones realizadas por los Padres de la Iglesia y durante la época medieval. Desde esta perspectiva, nos ocuparemos del libro de Nahúm.
Nahúm inicia con un título muy innovador: “Oráculo contra Nínive. Libro de la visión de Nahúm de Elcós”#1:0 Fernando, Milán. Libros proféticos (Pamplona: EUNSA, 2017), 164. , en el que describe el desarrollo del contenido: la profecía en torno a la destrucción de Nínive, capital del Imperio asirio, llevada a cabo por los babilonios en el año 612 a. C. La referencia que hace el versículo sobre Nahúm ha sido utilizada para atribuirle la autoría de la obra. No se mencionan más datos biográficos sobre el profeta; la única información proporcionada por el texto señala su origen en "Elcós" (1:1), un lugar cuya ubicación ha generado diversas opiniones. Por ejemplo, Jerónimo identifica Elcós con la aldea de Hilkes en Galilea, afirmación que tiene sus objeciones. La posición más aceptada sostiene que la ciudad se encontraba en territorio judío. Según Happel, Elcós (elcás) no hace referencia al nombre de una ciudad, sino que corresponde a la estructura de un salmo alfabético inicial, el cual se extiende desde la primera palabra del v. 2 (῾el) hasta la penúltima del verso 10 (qas).#1:0 José Luis, Sicre. Profetas II, comentario (Madrid: Cristiandad, 1980), 68.
El nombre en hebreo נַח֖וּם (Najum) se deriva de la raíz consonántica נחם (njm) cuyo significado es “consolar” o “tener misericordia”. Idea que se ajusta al pueblo de Israel, aunque el mensaje que transmite habla de justicia para los enemigos de Israel también incluye al pueblo elegido. Dios se muestra como justo al recordarle a Israel su bondad y protección al igual que su juicio (Nah. 1:8). Estos aspectos son clave para comprender el contenido del libro de Nahúm; donde se presenta a Dios como Señor de la creación y juez, cuya justicia se evidencia en la destrucción de Nínive.
Una de las cuestiones que surgen en relación con la profecía y la inclusión del libro en el canon bíblico es si el pueblo se alegra por la violencia con la que se castiga a Nínive. Además, cabe preguntarse si el mensaje transmite un nacionalismo extremo o un espíritu vengativo hacia los paganos. Lo que el autor desea comunicar es la expresión de la justicia de Dios a través de la historia, ya que un problema que ha sido recurrente en los judíos de todos los tiempos es vivir bajo la constante amenaza de imperios que oprimen, maltratan y violentan sin compasión a sus víctimas, algo que Dios (Yahvé) no puede tolerar; en ese contexto, Nahúm resalta a Dios como el creador de todos, destacando su justicia y fidelidad con todos los que en Él confían.
Contexto histórico y teorías de formación
Asiria, la potencia dominante bajo el liderazgo de Asurbanipal, constituye el marco histórico de la actividad profética de Nahúm. Su misión comienza en la época de Manasés, en el año 662 a. C., fecha en que se registra la destrucción de Tebas, luego, continua en la época de Amón y culmina un poco antes de la caída de Nínive en el 612 a. C., durante el reinado de Josías. Una época difícil bajo las políticas de Manasés y Amón, pues se consolidó el dominio asirio sobre el reino de Judá, lo que afectó directamente a la población, alimentando su anhelo de un cambio inmediato. Pero ¿cómo denunciar la injusticia sin enfrentar las consecuencias tanto de los asirios como de los monarcas judíos injustos y opresores? Ante este panorama, el compromiso profético de Nahúm se hace presente con un mensaje radical, comprensible para el pueblo: un mensaje de ensalzamiento para Asiria y, al mismo tiempo, de derrota.
En el período del reinado de Josías (640 a. C.), el rey asirio Asurbanipal sometió a Elam, consolidando nuevamente el dominio del Imperio Asirio; Josías, a pesar de lo sucedido, no se dejó intimidar y determinó que fuera el pueblo y los profetas de Dios quienes dirigieran el destino de Judá. Las medidas que tomó Josías fueron sabias: mantuvo el vasallaje con Asiria, evitando las confabulaciones con Egipto con el fin de proteger a Judá. Además, su liderazgo motivó y renovó al pueblo, fortaleciendo y alimentando la esperanza de una Judá regenerada e independiente, fundamentada en la justicia y comprometida con su tradición religiosa e identidad nacional.#1:0 Ramis Darder, F. Qué se sabe de. Los profetas: ( ed.) (España: Editorial Verbo Divino, 2010), 80.
Un suceso importante durante el reinado de Josías fue la conocida reforma de Judá, una reestructuración de tipo social y religioso. Este evento que inició y se desarrolló posteriormente a la muerte de Asurbanipal (627 a. C.) y que tuvo el apoyo de los profetas de Dios y el pueblo, fue el escenario en el que sobresalieron los profetas Nahúm, Habacuc y Sofonías.
Con referencia a la obra en general y su formación, en la Biblia hebrea, el libro de Nahúm es parte del grupo de escritos denominados “profetas posteriores”. Desde el siglo II a. C. la tradición rabínica designó el libro de “Los Doce”#1:0 El libro de Los Doce es el término más adecuado a lo que tradicionalmente se conoce como Profetas menores. Las razones de esta indicación se fundamentan en los descubrimientos de Qumrán, donde se halló un rollo que contenía estos escritos. Además, el Talmud de Babilonia también hace referencia a los libros de los profetas como El Libro de los Doce. Algunos estudiosos modernos, entre los que se encuentran J. Nogalski, P. House y A. Schart comparten la idea que el grupo de libros proféticos son un conjunto unitario, aunque se estudian por separado cada uno tiene relación con el resto de los libros. al conjunto de escritos que la tradición cristiana conoce como “profetas menores”. El nombre atribuido a este escrito, basado en su extensión, no refleja con precisión su propósito, ya que lo que interesa en el estudio del libro no es su densidad, sino su profundidad teológica y su capacidad para transmitir el mensaje de Dios al pueblo. A partir del libro de Nahúm, ya no variará el orden de los profetas menores entre los manuscritos hebreos y griegos; orden que se encuentra en las versiones modernas de lengua castellana.
Aunque se ubica a Nahúm en el año 612 a. C. con la caída de Nínive, se discute si el profeta anuncia algo futuro o resalta algo ya pasado. En este sentido, autores como Humbert, Sellin y Lods consideran que el libro fue redactado después del 612 a. C.; el fundamento para tal opinión es la interpretación de que la profecía se leía en la liturgia y también se recitaba en ocasiones festivas donde se celebraba la caída de la ciudad asiria. Esta afirmación no es muy aceptada en la actualidad, pues la obra describe un acontecimiento futuro. Por ello, la mayoría de los expertos sostiene que el libro fue escrito antes del año 612 a. C., entre la destrucción de la ciudad egipcia Tebas en el año 668 a. C. y la caída de Nínive.
La referencia a Nínive en Nahúm 2:9-11 sugiere que la redacción del libro tuvo lugar en el siglo VII a. C., específicamente entre los años 662 y 612; entonces el año de la actividad profética de Nahúm se dataría en torno al 630 a. C.; la muerte de Asurbanipal posiblemente despertó un sentimiento patriótico entre los judíos. Esta situación, reflejada principalmente en los poemas con carga nacionalista presentes en la obra, contribuyó de manera significativa a la reforma religiosa impulsada por Josías.
Es probable entonces, que, redactado el núcleo fundamental del libro, y tras el regreso del destierro, un autor deuteronomista introdujera algunos detalles que actualizaran los viejos oráculos contra Nínive, para poderlos aplicar a Babilonia#1:0 Milán. Libros proféticos, 166.. Ante esto, la composición del libro tuvo un proceso en el que intervinieron otros autores. Además, se identifican dos tipos de material en la obra: 1. Material de Nahúm (base del libro) 2:4-3:19 con elementos redaccionales e introductorios por otro autor. 2. Material intermediario 1:11-2:3, así como 2:2-10 compuestos e introducidos en fecha posterior.
Contexto literario
La redacción del escrito sigue un estilo profético-sapiencial, observación que lleva a considerar al autor más poeta que profeta. El ritmo poético refuerza la estrategia de proclamar, sin provocar la censura asiria, un mensaje de esperanza y de cambio futuro. La destreza literaria, sitúa al autor en el grupo de autores destacados de la poesía hebrea, estando al nivel de Job y el Deuteroisaías. En su obra incluye un himno introductorio en forma de un acróstico alfabético conformado por las primeras letras hebreas (1:2-8).
De igual forma, presenta una serie de oráculos netamente proféticos en los que la venganza de Dios y el deseo de ver la caída de Nínive dan la idea de situar al texto en el género llamado “oráculos contra las naciones”, aunque en realidad va dirigido hacia una sola nación (2:1-12). Una característica particular del libro es que dirige sus críticas y denuncias hacia una nación extranjera con cierta ironía. Lo interesante de su mensaje es que el profeta no menciona los pecados de Israel ni llama al arrepentimiento.
El primer oráculo (2:2-12) presenta un esquema clásico: guerra, destrucción, saqueo y deportación. El segundo menciona la imagen del león (2:13-14), y el tercero, al igual que el primero, expone un contexto de guerra (3:1-7); de esta manera, todos los oráculos expuestos indican imágenes descritas con un excelente detalle literario y son clásicas en la poesía hebrea como el león, la higuera, la langosta.
Teología del libro
El salmo alfabético citado al inicio del texto alaba el poder de Dios, lo exalta como el que tiene dominio sobre la creación y la historia, que se manifiesta protegiendo a los que confían en Él y castiga a sus enemigos. De esta idea se desprenden los siguientes temas teológicos importantes:
1. Dios como soberano. Judá confía en Yahvé, quien es un Dios justo y celoso (1:2), su enemigo es el rey de Nínive. Cada uno de los protagonistas recibe un oráculo; Judá de consuelo, alegría y promesa (1:12-13; 2:1, 3). El rey de Nínive es acusado (1:11), será destruido, no tendrá descendientes y quedará sin sus dioses que lo protejan (1:14). Toda esta situación de castigo se describe en el lenguaje conocido el “día del Señor”; la frase no se cita directamente, pero los acontecimientos indican la perspectiva mencionada en otros libros proféticos (Nah. 2:10 e Is 2:7; Nah. 2:11 e Is 13:7; Jr. 30:5).
2. Protección de Dios sobre el pueblo. La soberanía de Dios no se limita a la destrucción del opresor, incluye la promesa de ayuda, esperanza y liberación para su pueblo. El contenido del libro expone la acción de Dios a favor de su pueblo, en contraste con lo acaecido con Nínive. El profeta interpreta la historia en clave religiosa: es Dios quien está detrás del esplendor de Nínive y detrás de su caída#1:0 Milán, Libros proféticos, 166. (2:4-14). Dentro de esta promesa se incluye el tema de la paz. Un mensajero viene a anunciar una paz plena y la alegría que transmitirá será desbordante porque la caída de Asiria traerá el shalom, es decir, el bienestar que tanto anhelaba Judá (2:1).
Bosquejo según la Traducción Contemporánea de la Biblia (TCB)
Revelación profética del carácter de Dios y el mensaje contra Nínive (1:1-15)
Destrucción y caída de Nínive (2:1-13)
Cántico de la justicia de Dios contra Nínive (3:1-19)
Autoría:Santa González Bautista
Sobre la portada
Obra: Tiempo de justicia
Artista: Carlos Acosta
Medio: Acuarela, acrílico y pastel sobre cartulina.
La obra está inspirada en la espera del profeta Nahúm, quien mantuvo la esperanza en la liberación de su pueblo y la justicia de Dios sobre la nación que los oprimía. En el centro de la escena, hay una copa derramando fuego que simboliza el ardor de la ira de Dios. No se trata solo de un castigo, sino de una respuesta santa a la maldad y la opresión. En el borde de esta copa, está inscrito en hebreo: “Jehová vengador”, que es un recordatorio del carácter justo y defensor de Dios frente al sufrimiento de su pueblo. Los soldados vestidos de rojo son una representación literal tomada del texto bíblico, en el que se describe al ejército que marcha con fuerza para ejecutar el juicio sobre la ciudad. Su presencia resalta la inminencia del castigo y la seriedad del mensaje profético. El león de piedra roto simboliza la caída del poderío asirio; este animal, emblema de fuerza y dominio, ahora yace destruido, mostrando que ningún imperio, por poderoso que parezca, puede resistir el juicio de Dios. La ciudad en llamas al fondo representa literalmente la destrucción de Nínive, tal como fue anunciada; es el cumplimiento profético y un recordatorio visual de que la justicia divina no falla. Finalmente, los ojos de Nahúm alzados al cielo reflejan la esperanza firme en la promesa de Dios: que la opresión terminará, que la libertad llegará y que la justicia será restaurada para su pueblo.
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