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DÍA 3 – EL SABBAT Y EL REPOSO

Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó…

(Génesis 2, 2-3ª)

MEDITACIÓN

Cuando era una niña tenía vestidos de domingo. Los sacaba la noche del sábado y sabía que mañana sería domingo. Con eso venía el reposo. En la mañana asistía a la Escuela Dominical con mis hermanos. A lo largo de la tarde, mis padres pasarían tiempo con nosotros. Jugábamos juntos, hacíamos música o íbamos de caminatas. A día de hoy, soy una diaconisa, y sigo poniéndome un vestido especial los domingos.

Hoy en día, las personas encuentran paz en ralentizar la vida, mientras que judíos y cristianos han sabido de este principio de reposo y pausa en el Sabbat por miles de años. Se origina en la historia de la creación cuando Dios descansó el séptimo día después de seis días de creación. Desde la resurrección de Jesús, el día luego del Sabbat define el ritmo de vida para la emergente comunidad cristiana. Ese día, se unieron para alabanza y hermandad.

Dios nos dio un día de descanso – el domingo – como una útil interrupción del ciclo de trabajo y el estilo de vida de consumos en el que vivimos. El día de reposo no está atado a un día específico de la semana, pero debería diferenciarse de otros días semanales. Es un símbolo de que nuestro valor como seres humanos está basado en algo más que nuestros logros. Un doctor y teólogo llamado Albert Schweitzer dijo apropiadamente: “Cuando a tu alma le falte un domingo, se marchitará”.

Decidimos por nosotros mismos cuando cumplimos con un día de reposo. Lleva tiempo quedarse quieto. Si vuelco un vaso de agua sucia, la tierra se asentará luego de un tiempo y el agua quedará limpia. Ha «encontrado quietud». Cuando buscamos reposo en silencio, nuestra alma hará lo contrario. Muchos de nuestros pensamientos más profundos aparecerán en la superficie…

Cada día conscientemente aparto media hora. Voy a un lugar en el que nadie me moleste. Me presento ante Dios, ante Jesús, tal como soy. Él me está esperando. Vuelco mi atención hacia dentro, a mi respiración y luego giro mi atención hacia mis pensamientos y emociones. Sea lo que sea que me inquiete, lo llevo ante Él con cada aliento. Me dejo llevar y le doy vía libre a Dios. Tomo mi tiempo y concluyo con una oración de agradecimiento.

Jesús invitó a sus discípulos: «—Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco.» (Marcos 6, 31b). Ahora, Él nos está invitando a hacer lo mismo.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

• ¿Qué me detiene de tomar un tiempo para hallar quietud y reposo?

• ¿Me atrevo a tomar, conscientemente, un día sin noticias o sin teléfono?

• Dios ha bendecido y santificado el séptimo día; ¿Considero aún santo el domingo? ¿Siento su bendición sobre el domingo?

TEMAS DE ORACIÓN

• Oramos por gracia que supere nuestro miedo del silencio y por ser capaces de simplemente ser.

• Oramos para que el anhelo en nuestros corazones por la presencia de Dios se mantenga vivo y que podamos hacer tiempo para su presencia en nuestra vida diaria.

• Oramos por las cosas inexplicables que surgen desde las profundidades de nuestros corazones cuando encontramos quietud. Oramos para no ignorarlas sino atrevernos a reconocerlas delante de Dios.

• Oramos por sabiduría y protección para los momentos en silencio cuando somos tocados por la Palabra de Dios.

• Oramos para que iglesias y capillas, lugares de reposo, sean lugares donde las personas escuchen la Palabra de Dios.

• Oramos por todos aquellos que se sienten saturados de trabajo y responsabilidades y son incapaces de dejar esas presiones atrás.

ORACIÓN RECOMENDADA

Estoy aquí delante de ti, Dios, tal como soy: descansado o tenso, vacío y seco o lleno de gratitud, repleto de anhelo o sin ninguna perspectiva.

Dios, Tú eres la fuente de vida, ven con tu poder renovador, purifícame, sáname, para que pueda volverme el humano que me creaste para ser. Amén.

Autora:

 Lydia Schranz, Suiza