7 Proverbios Para El Siglo XXISample
La obsesión por vender imagen
Desde hace unos años vivimos instalados en la híper-comunicación y la híper-documentación de todo cuanto hacemos. Cada movimiento “compartible” queda inmortalizado en nuestros dispositivos móviles para ser lanzado a las redes sociales en busca de reacciones de los demás que nos construyan. Dependiendo de cuánto conecta la gente con nuestro contenido, así nos sentimos. Los hechos dan igual. Lo importante es lo que parecen, el mensaje que le llega a otro, la impresión que los demás tienen de nosotros. Tan destruidos estamos.
Sin embargo, obvia decir que no somos sinceros. Nuestra honestidad siempre pasa por el filtro de lo que nos permitimos que los demás vean de nosotros. Y aunque en un sentido siempre fue así –porque siempre hay una parte íntima que las personas nos reservamos para nosotros, y así debe ser–, hemos convertido la excepción en la norma. Lo que lanzamos hacia fuera es lo que nos gustaría que fuera, tremendamente alejado de nuestra realidad, viene cargado de superficialidades disfrazadas de profundidad, de belleza cosmética, de filtros, de intentos interminables por alcanzar la foto perfecta. Y, no solo generar en los demás la admiración que no tenemos por nosotros mismos, sino incluso producir en ellos el sentimiento de “yo quiero una vida como la suya”. La gran pregunta es: “¿Queremos nosotros una vida como la nuestra?”.
No era, entonces, solo en la época en que se escribió Proverbios que cada cual proclamaba su propia bondad. En realidad somos unos vendedores extraordinarios, prácticamente desde que tenemos uso de cierta razón. Lanzamos imagen, visión de vida, contamos la feria como nos va, validamos como buenas nuestras propias hipótesis y las convertimos en una realidad que los demás deben aceptar. Es nuestra verdad, inapelable y determinante. Si los demás opinan distinto, se equivocan. Soy tolerante con quien piensa y siente como yo, pero yo soy único y he de proteger mi individualidad por encima de lo que sea. Sin embargo, la pregunta que lanza nuestro texto de hoy sigue sin responder: “Hombre (o mujer) de verdad, ¿quién lo hallará?”.
La integridad es un bien escaso, pero es ahí hacia donde nos lleva el Evangelio: a una persona que no necesita estar constantemente disfrazada de determinada personalidad para ser alguien. El Evangelio otorga identidad, no una autoestima vacía de contenido o que dependa de redes sociales. Una vida sin imposturas, un ser a la imagen del íntegro por excelencia: Jesús.
Scripture
About this Plan
Vivimos en la era post-moderna, y eso marca radicalmente nuestra manera de vivir. Los proverbios no son profecías, pero sorprende cuán bien algunos de esos pensamientos antiguos retratan nuestro siglo XXI. Parece bastante evidente que el corazón del hombre y la mujer no han cambiado en su esencia, ¿verdad? Solo es cada vez obvio que la distancia con el Creador nos lleva a nuestra peor versión posible.
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