7 Proverbios Para El Siglo XXISample
Enamorados de sí mismos
Nos acercamos a los libros de sabiduría demasiadas veces con el prejuicio que las palabras antiguas son para otro tiempo, épocas distintas en que las necesidades de los seres humanos eran otras.
Sin embargo, aunque el “envoltorio” externo de nuestras complicaciones ha cambiado (ahora se nos rompe el coche, se bloquea la cuenta bancaria o tenemos que esperar horas en un hospital), nuestras cuestiones internas no han variado en absoluto. Lidiamos con la frustración, la decepción de una vida que parece sin propósito ni trascendencia, la sensación constante de que todo pasa y nada llega... y sobre todas las cosas seguimos teniendo un vacío interno que solo puede llenarse recuperando el diseño exacto con el que fuimos creados. Solo Dios puede hacer tal cosa, pero nos resistimos cada día a aceptarlo. Nosotros somos más listos. Nosotros estamos limpios.
Hoy en día y más que nunca las personas dicen ser lo que quieren ser, haberse hecho a ellas mismas, y no tener que disculparse ni arrepentirse por nada. Se confunde que haya una explicación para algo con que ese algo esté justificado, sea legítimo, e incluso cuando se demuestra que no hay justificación posible, manifestamos aún más que esto no va de argumentos, sino de apetencias: “Hago lo que quiero y eso está bien. No tengo nada de qué retractarme”.
El escritor de nuestro proverbio hoy lo expresa en términos menos posmodernos, pero revela la misma cuestión de fondo: “No hay nada de malo en mí. Estoy limpio porque nunca estuve sucio”. Hoy ni siquiera se diría: “Limpio estoy de mi pecado”, porque eso significaría reconocer que tal cosa existe, y que es más que una construcción conceptual fabricada por “los que quieren atraparnos mediante religiones y culpas”. El asunto es si esto es verdaderamente así, o si nos estamos perdiendo algo.
La gente hoy no acepta un Salvador porque eso implica cambiar el discurso externo que refleja lo que su corazón ama internamente: su propia verdad. Significa que lo que albergamos sigue siendo el mismo espíritu de autodeterminación e independencia mal entendidos que gobernaron nuestras decisiones en el Edén. Hemos cambiado el aspecto externo de nuestros problemas, pero nuestro mal interno sigue siendo igual: nos creemos limpios, cuando el Evangelio nos dice lo contrario.
Jesús es tortura para quien quiere seguir creyéndose limpio. Él es el enemigo total, y produce tal rechazo en nosotros, que seguimos crucificándole, como pasó antaño.
Scripture
About this Plan
Vivimos en la era post-moderna, y eso marca radicalmente nuestra manera de vivir. Los proverbios no son profecías, pero sorprende cuán bien algunos de esos pensamientos antiguos retratan nuestro siglo XXI. Parece bastante evidente que el corazón del hombre y la mujer no han cambiado en su esencia, ¿verdad? Solo es cada vez obvio que la distancia con el Creador nos lleva a nuestra peor versión posible.
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