El Comienzo de la Buena Nueva

Marcos 1:1-4 - Este es el comienzo de la buena nueva sobre Jesús el Mesías, el Hijo de Dios. Hace mucho tiempo, el profeta Isaías escribió: "Enviaré a mi mensajero delante de ti. Él te preparará el camino". Un mensajero clama en el desierto: 'Preparad el camino al Señor. Hacedle senderos rectos'. Y así apareció Juan el Bautista en el desierto. Predicó que la gente debía bautizarse y alejarse de sus pecados. Entonces Dios los perdonaría (NIrV).

Toda historia tiene un comienzo. El Evangelio de Marcos no contiene los relatos del nacimiento de Juan el Bautista ni de Jesucristo. Pero así como Lucas comenzó con la historia de Juan, Marcos establece la escena con el ministerio de Juan el Bautista. El principio o el arranque de la historia de la buena nueva es Juan el Bautista.

No todas las historias comienzan con el personaje principal. Jesús es el punto central del Evangelio. Pero no es el comienzo de la historia. Tanto Isaías como Malaquías profetizaron que habría un precursor del Mesías. El ministerio y las enseñanzas de ese precursor serían la señal de la llegada del Mesías.

Isaías 40:3 - Un mensajero grita: "Preparad en el desierto el camino al Señor. Haced un camino recto a través de él para nuestro Dios” (NIrV).

Malaquías 3:1 - El Señor, que todo lo domina, dice: "Enviaré a mi mensajero. Él me preparará el camino. Entonces, de repente, el Señor que buscáis vendrá a su templo. Vendrá el mensajero de la alianza. Él es el que tú anhelas" (NIrV).

Si Cristo tuvo un precursor de Su ministerio, lo más probable es que tengamos personas en nuestras vidas de las que podemos o no ser conscientes que han sido pioneros o allanaron el camino para donde estamos hoy en nuestros ministerios, carreras y familias. Ellos son nuestros comienzos. ¿Con qué frecuencia somos capaces de reconocer que lo que tenemos no empezó con nosotros? Muchos de nosotros estamos dispuestos a aceptar y reconocer la mano de Dios en nuestras vidas, pero olvidamos fácilmente a las personas que Él ha utilizado para ayudarnos a llegar a donde estamos.

Tal vez este pasaje debería recordarnos que muy pocos de nosotros nos hemos hecho a nosotros mismos. Como Jesús, probablemente todos tenemos a alguien que es o fue un precursor de donde estamos ahora. La cuestión es si estamos dispuestos y somos capaces de reconocerlo.