Reto Detox Para El CorazónSample
Bondad
Escuché a alguien decir “para una persona ser buena, no necesita creer en Dios”. No era conmigo la conversación pero no pude evitar debatir en mi interior… “Entonces, si no es Dios quien le enseña a ser bueno, ¿quién, el hombre? ¿Y quién enseña a ese hombre a ser bueno? ¿Se basa en lo que cree que es justo? ¿Y quién le dice al hombre lo que es justo? ¿Si es perjudicial para los suyos, es injusto? ¿Y qué pasará cuando lo que él considere injusto converge con lo que alguien considera justo? ¿Quién impondrá el bien?”.
Si de algo estoy segura, y el Salmista David lo sabía muy bien, es que como seres imperfectos nuestro sistema de justicia tiene debilidades, así también nuestros conceptos de lo que está mal o bien. David falló en cierto momento y sabía que merecía un castigo, rogó a Dios que fuera Él que lo castigara y no el hombre. ¿Por qué? Porque sabía que el castigo de Dios vendría con una dosis de misericordia, pero el del hombre no siempre (puedes abundar sobre esta historia en 1ra Crónicas 21).
No concibo algo de bondad en mí que no sea impulsado por la presencia del Espíritu de Dios, la bondad que pudiese salir de mi corazón, siempre será el resultado de alguna semilla de amor de Dios que alguien sembró en mí, o que yo adquirí al buscarle y mantenerme en Su presencia. Así lo confirma Gálatas 5:22-23: “En cambio el fruto del Espíritu, es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio propio”.
Se conoce la bondad como la inclinación natural a hacer el bien. Se reconoce como un comportamiento virtuoso. Una persona bondadosa está siempre (es decir que no tiene límites de horario), dispuesto a ayudar a quien lo necesita, aunque no necesariamente lo merezca. La persona bondadosa no guarda rencor y es empática.
Cuando reconoces que si algo bueno hay en ti proviene de Dios; cuando decides ejercitar la bondad de Dios, puedes levantar el escudo de 1 Pedro 3:13: “y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien?”.
Evita desconectar tu corazón de Dios para conectarlo a fuentes extrañas de energía, esperando recibir algo bueno o mejor, sólo Dios puede darnos lo mejor. Llenemos nuestros corazones del amor de Dios, ejercitemos el bien y no temamos al mal.
About this Plan
Constantemente somos bombardeados con pensamientos contrarios a la mentalidad de Cristo, los cuales llenan nuestro interior de toxinas que nos hacen dudar de nuestra identidad como hijos de Dios. En este plan caminaremos hacia el corazón del Padre, exponiéndonos a Su verdad mientras desintoxicamos nuestro interior. Al final podremos declarar la verdad que cita 1 Juan 4:16: “He llegado a saber y creer que Dios me ama” (Énfasis añadido).
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