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ORDEN Y LIMPIEZA ESPIRITUALSample

ORDEN Y LIMPIEZA ESPIRITUAL

DAY 3 OF 5

Orden y limpieza en las palabras

El hombre ha tenido siempre la necesidad de comunicarse de diferentes formas, una de ellas es la palabra hablada la cual tiene un poder especial, ya que no solo permite transmitir información específica, sino que según la manera y la intención con la que se emita el mensaje, puede generar impactos positivos o negativos en las personas que lo reciben. En nuestra boca se encuentra el poder de edificar o de destruir (Proverbios 12:6), de dar vida o muerte (Proverbios 18:21).

La Palabra de Dios dice que la boca es fuente de vida, sin embargo, no siempre es fácil impactar de manera positiva nuestra vida o la de otras personas a través de las palabras que pronunciamos. Fácilmente nos dejamos llevar por pensamientos negativos que se transmiten a través del lenguaje inapropiado que utilizamos y dejan huellas a veces difíciles de borrar.

Jesús espera que al acercarnos a Él con arrepentimiento sincero, se produzca un nuevo nacimiento que se refleje en nuestra manera de vivir. Por lo tanto, en esta nueva vida, no tiene lugar el lenguaje hiriente, obsceno, condenador y destructor que antes utilizábamos, puesto que estas formas de hablar están relacionadas con el pecado (Proverbios 11:9). En Mateo 12:34-35, Jesús nos enseña que, las palabras son el reflejo de lo que verdaderamente habita en nuestro corazón.

Si últimamente no has sentido paz y en tu forma de hablar hay ira, odio, orgullo, vanidad, queja o crítica constante, si disfrutas hablar mal de los demás o tienes el hábito de hablar negativamente de ti mismo, es el momento de entrar en el reposo de Dios a través de la oración y pedirle a Su Espíritu Santo que traiga revelación a tu vida sobre aquello que debes sanar en tu forma de hablar (Mateo 10:20).

El Espíritu Santo es especialista en limpiar y ordenar, Su presencia permitirá que tu forma de expresarte sea siempre de bendición para ti y para las personas con las que interactúas diariamente (Colosenses 4:6).

Amado Dios, dirige mis palabras, que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón sean siempre gratos delante de ti, porque tú eres mi roca y mi redentor (Salmos 19:14). Amén.

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