Cómo Superar La VergüenzaSample

La vergüenza y la autoestima

La vergüenza es la creencia de que «soy malo» o de que «algo en mí no está bien». Durante la mayor parte de mi vida, lidié con la vergüenza. Creía que era un pecador sin valor, solo tolerado por Dios gracias a la obra de Jesús en la cruz. Claro que «sabía» que Dios me amaba, pero creía que seguía siendo un «desgraciado» con un valor mínimo.

Quizá hayas tenido una experiencia similar. Tal vez tú también creas que tienes poco o ningún valor, que algo en ti no está bien del todo, que nunca encajas o das el ancho y que eres un fracaso. Y lo peor es que puedes pensar que Dios está de acuerdo con eso.

Muchos en nuestro mundo nos dicen que la solución a nuestra vergüenza es simplemente creer en nosotros mismos y esforzarnos más en pensar positivamente. Pero este método tiene un problema importante: es subjetivo, sin ninguna base. Lo que necesitamos desesperadamente es una norma objetiva y universal de nuestro valor. Eso solo puede venir de nuestro Creador, Dios mismo. La solución a nuestra vergüenza, el camino hacia la autoaceptación pasa por aceptar lo que Dios dice de nosotros y Su aceptación.

Hemos sido creados a imagen de Dios como la cúspide de Su creación. Fuimos creados con dignidad y valor infinito. Se nos ha confiado toda la tierra para que la gobernemos y reinemos sobre ella. Dios nos creó y dijo: «Es muy bueno». El propio aliento de Dios nos dio vida (Génesis 2:7). Hizo específicamente que todos y cada uno de nosotros fuéramos únicos. Por eso todos tenemos personalidades, dones y talentos diferentes (1 Pedro 4:10).

Cuando los seres humanos eligieron pecar y alejarse de Dios, lo primero que hizo Dios fue ir tras ellos para restaurar la relación rota (Génesis 3:9). Que la humanidad se haya alejado de Dios no cambia nuestro valor ni el amor de Dios por nosotros. Aunque todo ser humano nace pecador por naturaleza (Salmos 51:5) y necesita ser restaurado mediante la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, seguimos siendo portadores de la imagen de Dios. Nuestro valor inherente nunca ha cambiado. ¡Eso es asombroso!

Aprender y aceptar que Dios me valora y atesora me ayudó a transformar mi visión de mí mismo y a empezar a superar la vergüenza. Pide a Dios que te ayude a aprender y aceptar lo que Él dice de ti hoy.

Dios, ayúdame a verme como Tú me ves. Gracias por conocerme, por dentro y por fuera, y por amarme a pesar de mis defectos y fallos. Ayúdame a creer lo que Tú dices que soy.