Cambios ProfundosSample
Cómo se produce el CAMBIO PROFUNDO
La honestidad con la que Paul Tripp se abre en el prefacio de su libro “Sexo y dinero” nos confronta con una realidad innegable: incluso aquellos que escriben y enseñan sobre los retos espirituales continúan luchando con las mismas tentaciones y pecados. Esta revelación es un recordatorio potente de que, en nuestra esencia, todos enfrentamos batallas similares, desafiando constantemente la noción de que podemos justificarnos a través de nuestras obras.
Cuando nuestros pecados son expuestos, nuestro instinto primario es buscar justificación, generalmente a través de actos buenos, creyendo erróneamente que la aceptación de Dios se basa en nuestras acciones. Sin embargo, esta mentalidad refleja una comprensión farisaica de la relación con Dios, fundamentada en la creencia de que nuestra justicia propia nos hace dignos ante Él.
La verdad del Evangelio: Justificados por gracia
La vida cristiana, en su esencia, es aprender a vivir como justificados, maravillados por el hecho de que Dios nos ama y acepta no por nuestras obras, sino a pesar de ellas, gracias a lo que Cristo ha hecho. Esta comprensión nos lleva a la frase: “Un santo no es una persona buena; es una persona que está comenzando a vivir de la bondad de Dios”.
Para profundizar esta enseñanza, reflexionemos sobre tres pasajes bíblicos que complementan esta visión:
Efesios 2:8-9 - “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Este pasaje subraya que nuestra salvación es un regalo inmerecido de Dios, no algo que podamos ganar a través de nuestras acciones.
Romanos 5:8 - “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". Este versículo recalca la magnitud del amor de Dios, quien envió a Cristo a morir por nosotros incluso en nuestro estado pecaminoso, demostrando que su amor es incondicional y no basado en nuestra propia justicia.
2 Corintios 5:21 - “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". Este pasaje revela el gran intercambio en el corazón del evangelio: Jesús tomó nuestro lugar, cargando con nuestros pecados, para que pudiéramos ser hechos justos ante Dios.
La historia de la mujer cristiana en Kenia, que mostró un amor incondicional a pesar de la crueldad de su esposo, ilustra el amor extraordinario de Jesús por nosotros. A través de su sacrificio, Jesús se convierte en la manifestación suprema de amor y gracia, mostrándonos que, a pesar de nuestros continuos fallos y pecados, su amor permanece inalterable.
La transformación a través del asombro
Tim Keller dijo: “El evangelio destruye el orgullo porque nos dice que estamos tan perdidos que Jesús tuvo que morir por nosotros. Y también destruye el miedo porque nos dice que nada de lo que hagamos agotará su amor por nosotros. Cuando abrazamos profundamente estas verdades, nuestros corazones son transformados”.
El cambio verdadero ocurre cuando dejamos de centrarnos en nosotros mismos y en nuestras obras, y comenzamos a maravillarnos profundamente con la realidad de nuestra propia maldad y la grandeza del amor de Dios.
Es en el asombro ante estas dos realidades donde encontramos la verdadera transformación, liberándonos para vivir como justificados, no por lo que hemos hecho, sino por lo que Cristo ha hecho por nosotros.
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