Vida FructíferaSample

¿Has oído hablar de los “contratos de permanencia”? Te cuento; son una iniciativa que muchas compañías ofrecen a sus clientes, por medio de la cual, si se comprometen a permanecer durante un año con ellos, les dan un regalo o les ofrecen un descuento especial sobre la factura. Es probable, de hecho, que tengas también algún contrato de permanencia.

La permanencia sin contratos, sin embargo, es la que me gustaría analizar contigo hoy. Esa permanencia es la que refleja la fidelidad de corazón, como la de aquel amigo que permanece a tu lado en los momentos difíciles.

Jesús dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).

Tu fidelidad a la hora de buscar permanecer junto a Jesús es la que hace que tu vida empiece a producir fruto, mucho fruto. Te darás cuenta de que, cuanto más conectado permanezcas a Él, más paz sentirás, más gozo y gratitud brotarán de tu corazón, ¡y lo mejor es que no será algo forzado! Será totalmente natural, casi sin darte cuenta. Es la simple consecuencia de permanecer conectado a la vid: la preciosa savia que fluye por ella te renueva, refrescando tu espíritu y haciéndote fructificar como nunca antes.

Jamás podrías conseguir eso en tus propias fuerzas, y yo tampoco. Pero en Jesús, sí que podemos dar estos preciosos frutos. Permanece lo más cerca que puedas de Él en este día, y experimentarás cosas gloriosas, frutos que te deleitarán tanto a ti como a los demás.

Permanece firmemente conectado a Él. Anhélalo, deja que permanezca en tu corazón, que su vida fluya en ti y a través de ti y que produzca fruto abundante.