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Libre de una mente atormentadaSample

Libre de una mente atormentada

DAY 4 OF 5

¡Lo que ven tus ojos tampoco definen la realidad! ¿Te acuerdas de Giezi? Vio al ejército enemigo acampado en los alrededores del campamento y tuvo miedo: “¿Qué vamos a hacer ahora, señor mío?”. Eliseo le dijo: —No tengas miedo. El ejército que lucha por nosotros es más grande que el que lucha por ellos. Entonces Eliseo oró y dijo: —Señor, abre los ojos de mi siervo para que pueda ver. El Señor abrió los ojos del joven y el siervo vio que la montaña estaba llena de carros de fuego y caballos que rodeaban a Eliseo”, 2º Reyes 6:15-17 (PDT). Giezi era un ‘creyente carnal’ y solo podía ver una realidad: la que veían sus ojos naturales. Eliseo, en cambio, veía una realidad diferente. Con los ojos de la fe vislumbraba un ejército mayor enviado por Dios para pelear a su favor.

Job es otro ejemplo. Nadie sufrió como él en esta tierra, excepto Jesús. Su dolor era real. Y él nunca negó esa realidad. El diablo le mató todos sus hijos; destruyó todas sus propiedades; arruinó toda su economía y lo dejó sin sustento y sin salud. Todo lo que le quedaba era sentarse sobre su miserable vida y esperar. ¿Esperar qué? Que llegara el día de su liberación, es decir, la realidad que solo sus ojos espirituales podían ver. A Job le queda el dolor, pero también la esperanza: Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación, Job 14:14. “En cuanto a mí, sé que mi Redentor vive, y un día por fin estará sobre la tierra. Y después que mi cuerpo se haya descompuesto, ¡todavía en mi cuerpo veré a Dios! Yo mismo lo veré; así es, lo veré con mis propios ojos… ¡Este pensamiento me llena de asombro!”, Job 19:25-27 (NTV).

Job nunca negó sus sentimientos, pero aprendió a no confiar en ellos o en lo que veían sus ojos naturales, sino a acurrucarse cerca de Dios. A Job le robaron todo menos la esperanza. Y cuando la esperanza está puesta en el lugar correcto, es decir en Dios, el diablo no lo soporta. ¡Creer, confiar y esperar en lo que no vemos es más importante que creer en lo que sí vemos! "¡Felices los que confían en mí sin haberme visto!” Juan 20:29 (TLA).

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