¿Quién se queda con la ofrenda?Sample
“… Les ruego que entreguen toda su vida… a Dios… Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle…”, Romanos 12:1 (PDT).
¡Antes que nuestro dinero Dios quiere nuestro corazón! Consagrarle a Dios nuestra vida es el más excelso de todos los sacrificios, una ofrenda que Dios no desprecia. Los creyentes macedonios fueron un claro ejemplo: “… Lo primero que hicieron fue dedicarse por entero al Señor...”, 2ª Corintios 8:5 (NT-BAD).
La ofrenda debe ser preparada y determinada por anticipado. “Creí necesario exhortar a los hermanos a que… prepararan de antemano su generosa ofrenda…”, 2ª Corintios 9:5 (NBLH). La ofrenda es un acto de adoración; por lo tanto, la manera de prepararla revela la actitud de nuestro corazón. Sería un tanto irreverente llegar al templo, rascar el bolsillo y sacar descuidadamente unos cuántos ‘papelitos’ para dárselos al Señor. Lo más aconsejable es separar en casa la ofrenda en el momento en que recibimos los ingresos y luego consagrarla en oración, antes de ofrecérsela al Señor en el templo: “Cada uno de vosotros guarde algo en su casa, atesorando en proporción a cómo esté prosperando… y dedíquelo a esta ofrenda”, 1ª Corintios 16:2 (RVA, NT-BAD).
La ofrenda debe ser generosa. “Producto de la generosidad y no una muestra de tacañería”, 2ª Corintios 9:5 (BDA2010). “Dios bendice al que es generoso…”, Proverbios 22:9 (TLA). “No seas mezquino sino generoso, y así… Dios bendecirá todos tus trabajos y todo lo que emprendas”, Deuteronomio 15:10 (BAD). “El generoso… por generosidades será exaltado”, Isaías 32:8; 1ª Timoteo 6:18, Hebreos 13:16. Según la Biblia: ¡el que da generosamente prospera! “Da con generosidad y serás más rico… El generoso prosperará…”, Proverbios 11:24-25 (NTV). Y recuerda que la mayor bendición de la siembra generosa es nuestra relación con Dios. El empresario cristiano R.G. LeTourneau ofrendaba el 90% de sus ganancias y vivía solo con el 10% restante. Un día alguien le preguntó: “Señor LeTourneau, ¿es cierto que usted da el noventa por ciento de sus entradas a Dios?”. Él contestó: “No, yo no le doy nada a Dios. Todo le pertenece a Él. Yo solo retengo el diez por ciento”. Este mecánico que no terminó séptimo grado fue grandemente prosperado porque fue socio de Dios en la difusión del evangelio. Entendía que todo pertenece a Dios y que nosotros simplemente administramos lo que es Suyo. Al ser cuestionado sobre los valores donados a la iglesia, él dijo: “La cuestión no es cuánto de mi dinero le doy a Dios, sino cuánto del dinero de Dios guardo para mí”. Recuerda este principio escritural: ¡no somos más pobres por dar y Dios nunca mata de hambre a sus propios limosneros!
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¿Cómo debe ser nuestra ofrenda? ¿Por qué debo ofrendar? ¿Quién se queda con mi ofrenda? En este plan, te enseñaremos a través de las Escrituras el valor de la ofrenda.
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